El cielo de repente se oscureció, haciendo que todos alzaran la vista al cielo.

-¿Qué sucede?¿Por qué está oscureciendo?-cuestionó Amy mirando como una bola ocultaba el sol. Entonces, se apartó la bola y pudieron ver al sol más brillante y lleno de fuego.-¿Y qué pasa con el sol?

-Nada. Estás viéndolo a través de un campo de fuerza. Han cerrado vuestra atmósfera superior, ahora se están preparando para hervir el planeta-la cara de Amy era un poema. Katherine, a pesar de todo lo que había visto en su vida, estaba algo preocupada.-Y ahí vienen. La raza humana. Viene el fin y como siempre iba a ser...por un vídeo del móvil-habló viendo como todos sacaban sus dispositivos y grababan el cielo.

-Esto no es real, ¿no?-cuestionó Amy.-Esto es alguna especie de engaño.

-¿Por qué te engañaríamos?-cuestionó Katherine.

-Me dijisteis que teníais una máquina del tiempo.

-Y nos creíste-interrumpió el Doctor.

-Luego crecí.

-Nunca quieras hacer eso-recomendó el alienígena.-¡No, espera, cállate, espera!-entonces se golpeó en la frente.-Me lo perdí. Lo vi y me lo perdí. ¿Qué vi?

Se quedó parado, recordando la escena de hacia unos instantes. Cuando lo hizo, se giró para ver a la castaña.

-20 minutos. Puedo hacerlo-aseguró como si la vida le fuera en ello. Luego se dirigió a Amy.-20 minutos, el planeta arde. Corre a tus seres queridos y di adiós o quédate y ayúdame.

-No-negó de la nada la chica.

-¿Perdón?-cuestionó confundido. Era la primera vez que le respondían así.

-¡No!-alzó la voz la pelirroja, agarrando súbitamente la corbata medio rota del Doctor.

-¡Amy!¿Qué haces?-preguntó Katherine, realmente preocupándose por el estado de su marido.

No hubo respuesta. La besograma tan solo lo arrastró hasta un coche del que el conductor estaba saliendo. Enganchó la corbata a la puerta, arrebató las llaves al anciano y cerró el coche.

-¿Estás loca?-cuestionó el Doctor.

-¿Quién eres?-preguntó a cambio.

-Sabes quién soy.

-No, realmente, ¿quién eres?

-¿Queréis por favor mirar al cielo?-pidió Katherine al ver que todo aquello.-Fin del mundo en 20 minutos.

-Pues mejor que hable rápido entonces-contestó Amy aún mirando al Doctor.

Katherine no se sorprendía que se echara encima del hombre. Al fin y al cabo era el más extraño.

-Amy, voy a necesitar mi coche, de nuevo-pidió el pobre anciano.

-Sí, en un rato. Ahora ve a tomarte un café-ordenó con los ojos echando chispas.

El anciano estaba asustado.

-Claro que sí-y con eso se fue.

¡Gerónimo mi querida Katherine! (11° Doctor y Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora