Una de las niñas se puso a clavarme el dedo en las costillas y dio con un punto donde tenía muchas cosquillas, lo cual me hizo soltar una carcajada, que disimulé fingiendo carraspear. Agarré las manos que me atacaban, pero ahora aquello era un juego para la niña. Dándome cuenta rápidamente de que empezaba a tener un aspecto muy poco regio en mi actual situación, di por concluida la sesión de la mañana.

- Libera a los esclavos y devuelve el barco a sus dueños- interrumpí.

- Señora Conquistadora, sin duda...

- ¿Qué parte de mi orden no te ha quedado clara?- le pregunté a Demetri, levantándome de la butaca y haciéndole un gesto a las niñas para que se quedaran dónde estaban. Las dos se callaron al instante y se quedaron sentadas obedientemente en la butaca que yo acababa de dejar.

- Pero son esclavos, Señora Conquistadora... y los dueños del barco...

- El tema de su esclavitud parece estar en entredicho.- dije bruscamente, avanzando hasta plantarme delante del hombre. Reconozco que siempre disfruto haciendo estas cosas. Era casi una cabeza más alta que cualquiera de los hombres de mi corte y de vez en cuando, la intimidación física era lo único que comprendían hombres como éste- Libera a todos y cada uno de los esclavos y dales diez talentos de plata del tesoro de palacio. Devuelve el barco a sus dueños y se acabó.

- Pero, Señora Conquistadora, sin duda los dueños del barco merecen una compensación- dijo Demetri con tono quejumbroso.

Ya me había dado la vuelta para marcharme, pero volví a colocarme delante de él, para amedrentarlo, y befé con tono grave:

- Su compensación es que les devuelvo el barco sin apropiarme de él. Además de que no voy a enviar a una unidad de soldados para arrestarlos a todos por comercio ilegal de esclavos. Hemos terminado. Escucharé más peticiones esta tarde- dije, dándome la vuelta.

Volví con las niñas, las cogí rápidamente en brazos y me las llevé de la gran sala. Sus risas se oían por los pasillos y gocé muchísimo con las miradas de asombro que iba recibiendo.

- Hola, Alexandra- sonreí al ver la cara de sorpresa total de mi capitana cuando cerró la puerta de las habitaciones de Samantha.

- Señora Conquistadora- inclinó la cabeza, con una fugaz sonrisa preocupada- ¿Así que tu Kara te lo ha acabado diciendo?

- ¿Kara?- pregunté sorprendida, para proteger a mi joven esclava- No, la verdad. Verás, es que no paraba de preguntarme por qué fuiste el primero en aparecer esa noche en que le pegué una paliza a aquel joven teniente. Empecé a atar cabos y me di cuenta de que tendrías que haber estado aquí por alguna razón. No es propio de ti recorrer los pasillos de palacio sin un motivo. Entonces caí en la cuenta de que, efectivamente, podías tener un propósito... aquí, en las habitaciones que están debajo de las mías.

- En ningún caso pretendía faltar el respeto a la señora Samantha ni a ti, Señora Conquistadora- dejo Alexandra secamente. Me di cuenta de que se estaba preguntando si se había metido de verdad en un lío o no.

Me aparté de la pared donde había estado apoyada. Pegándole una palmada al soldado en la espalda, me eché a reír.

- Vamos, amiga mía. Vamos a beber algo, ¿te parece?- dije y guié a Alexandra escaleras arriba hacia mi propio estudio.

- Bueno, ¿y cuándo empezó todo esto?- le pregunté a Alexandra, mientras servía unas copiosas copas de oporto.

Alexandra meneó la cabeza y me identifiqué totalmente con su expresión. Su cara me decía que también ella se hacía la misma pregunta.

Conquistando a la Conquistadora (ADAPTACIÓN SUPERCORP)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ