Capítulo 3: Elián

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•Brillo Celeste•

—¿Y esta cabaña?— Le pregunté a William de brazos cruzados.

—La alquilé por un par de días, es grandiosa cierto, esa escoria humana sabe hacer cosas buenas— le gruñí.

—No me gusta que te refieras a ellos de esa forma.

—Bueno, solo digo la verdad. Son egoístas, perjuicios y débiles— negué con la cabeza.

Siglos atrás, sus padres murieron a manos de un grupo de humanos. Los cazaron por temor, dejando a un pobre niño huérfano.

—Bueno cambiate iremos a pasear por allí, con suerte me encontraré a alguna vampira, de esas que aparentan ser humanas— Murmuró  emocionado sacando un cambio nuevo de ropa de su maleta.

—Tu ya tienes mate William, no lo olvides— mi comentario pareció causarle molestias ya que aventó el equipaje a un lado.

—Esa niña no es mi mate, la rechacé y ella me rechazó. A parte, jamás sería mate de un intento de loba. Ni aunque su padre sea Ikender Castler— resoplé. Jamás entendería como alguien podía rechazar al amor de su vida. A la razón de su existencia.

Daría muchas cosas por encontrarla, porque el destino me pusiera cerca de ella.  Han pasado siglos, y me está dejando de importar, porque quizá, la soledad sea mi verdadera fuerza.

Recogí mi cabello en una coleta baja, después de cambiarme salí a respirar aire fresco. Minutos después William estaba listo, no comprendía cuál era su plan, quizá solo era distraerme, o buscar alguna loba o vampiro que ocupara el lugar de mi mate.

Caminamos hasta el centro de la cuidad. Los humanos eran tan únicos en toda la extensión de la palabra. Si algo envidiaba de ellos, era su inocencia.

Llegamos hasta un pequeño club nocturno, claro que no era uno normal, dentro pude ver a vampiros, naturales y lobos.

—Dame tu mejor trago— soltó el moreno hacía el chico que atendía la barra.

Sin darme la vuelta sentí como dos mujeres se acercaban a nosotros, una loba y una vampiro. 

—¿Está ocupado guapo?— la loba venía vestida de la forma más vulgar que posible. Mostraba sus atributos como si fuese carnada para cualquier hombre. Su extensa cabellera rubia y labios rojos tan solo le daban un aspecto aún menos elegante.

Bufé, esto no era lo que pensé, sería.

—Te presento a Margot y a Kelly, hoy nos harán compañía— Miré mal a William. Por su lado parecía bastante entretenido besándose con la vampira.

Me volteé hacia la loba, negué con la cabeza y desaparecí del lugar. No haría esto, no después de Zela.

Caminé un par de cuadras observando a las personas. Un grupo de adolescentes estaban tomando un café mientras reían viendo sus móviles. En otro edificio cercano una pareja discutía por las cuentas.

Seguí caminando, había quien topaba conmigo, también aquellas miradas bizarras de ciertas mujeres.

—¡Elián!— William corrió hasta mí, se veía confundidos.

—¿Porqué te has ido?, ¿No te gustó Margot?— reí dándome la vuelta.

—Me conoces como para saber que esto no es lo mío, no voy a llevar a una prostituta a la manada.

—Lo sé, bueno. Esa vampiro resultó ser travestí, por eso estoy
aquí— lo miré con una ceja levantada. Inmediatamente comencé a reírme.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora