3. Chéster.

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Freya...



Los rayos de sol iluminan mi cara. Abro los ojos e inmediatamente se cierran por la luz cegadora mañanera. Arrugo mi nariz e intento removerme de la cama, pero algo me lo impide, no... algo no, alguien.

Giro mi cabeza y observo a un Diego apoyado de espaldas al marco de mi cama y con una de sus manos sobre mis brazos, tiene la boca ligeramente abierta no demasiado como para espantarme si no lo preciso cómo para que sus labios luzcan atractivos y besables.

Sí, Diego era algo así como un crush. Pero sé que los crush son creados para ser solo eso, crush, no podría tener algo con él porque estuvo con Leah, y existe algo que se llama ''códigos de amigas'' y jamás rompería eso.

Pero... un momento, ¿qué hace en mi cama?

Intento recordar rápidamente la noche anterior pero sólo podía recordar pequeños fragmentos, nada demasiado relevante; muchas Fridas, luego bailes demasiado intensos, más Fridas, y luego solo recuerdo haber terminado en el baño deseando que Leah me trajera a casa.

Ay no, solo espero que no haya pasado a la fase tres con Diego sin poder recordarlo. No, de hecho, el no poder recordarlo no era lo que me preocupaba, era que Leah nos haya escuchado romper el código de amigas desde la otra habitación y qué peor que romperlo con la fase tres, osea, sexo. No, no, no.

Observo rápidamente el suelo para ver si hay restos de algún envoltorio de preservativos. Si pasé a la fase tres supongo que debe haber rastros del envoltorio del preservativo en el suelo.

¿Y si no usamos preservativos?

Doblemente, ay no. Lo que menos necesito ahora es un bebé. Adiós postulación para la universidad. Adiós arte. Todo se tendría que posponer, y aunque no niego que por los genes de Diego nuestros hijos serían lindos, me espanta la idea de todo lo que imaginé.

Observo por debajo de las sábanas mi ropa; traía una sudadera gigante y solo ropa interior.

Triplemente, ay no.

Diego se remueve incomodo y luego sus ojos se abren observándome. Me dedica una sonrisa. Una linda sonrisa.

— Miren quién despertó, ¿cómo se siente, señorita Frida? — dice Diego en tono burlón.

¿Frida?

— Ehhhh...— me siento un poco en la cama apoyándome del marco, al igual que Diego— yo... no recuerdo nada—confieso un poco avergonzada.— tu y yo...?

Diego aguanta la respiración y luego suelta una gran carcajada.

—¿No recuerdas nada Freya? vaya...

— Diego... la verdad es que no y lo siento mucho, la verdad no fue mi intención, osea... ni siquiera sé cuáles fueron mis intenciones pero te aseguro que...

me interrumpe, — Wow, ¿me estás enviando a la sexzone sin siquiera haber tenido sexo real? No ha sucedido nada entre nosotros Freya—dice riendo, pero no del todo.

— Lo lamento Diego, la verdad no recuerdo nada, y se siente horrible. ¿Cómo llegué hasta aquí?

— Yo te traje, Leah me llamó cuando tú estabas en el baño del club vomitando y como ella se la estaba pasando muy bien con un tal Marcello, preferí no aguarle la fiesta así que te traje yo hasta casa.

Esa cucaracha de Leah se las verá conmigo... me dejó ebria con Diego como si ya no hubiera perdido lo suficiente mi dignidad. Además, ¿y si se aprovechaba de mi ebriedad? a estas alturas con todo lo que se ve en televisión, una cara bonita no garantiza buenas intenciones...

El beso que NO debimos darnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora