Capítulo 2

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Caminé por el pasillo de la universidad, todavía era temprano por lo que no había tantas personas alrededor me dirigí a el aula numero 14 donde eran mis clases con el Sr. Abner. Había un par de personas sentadas trabajando en alguna tarea, pase por la puerta con la mira puesta en mi asiento dispuesta a ir allí sin llamar la atención.

—Buenos días señorita Williams— me saludo el Sr. Abner como todos los santos días, anunciando mi llegada. Me gire de mala gana y lo mire directamente a los ojos como acostumbraba a hacer.

—Buenos días Sr. Abner— respondí como el que no quiere la cosa y seguí mi camino hasta mi asiento sin mirar a ningún otro lado. Ya en mi lugar, saqué aquel dibujo apresura que hice en casa con el único propósito de terminarlo.

Más personas fueron entrando al aula después de unos minutos el Sr. Abner se puso de pie listo para dar inicio a su clase de hoy.

—Bueno mis queridos estudiantes el día de hoy les tengo una clase diferente y súper interesante — casi grito lleno de emoción y yo como en cada clase gire los ojos ya cansada de escuchar la misma frase cada día.

—Lo mismo dijo ayer— murmuro una chica que se encontraba en el fondo del salón.

—Es que las clases de arte siempre son diferentes e interesantes. Pero bueno en la clase de hoy vamos a pintar ese algo que haya marcado nuestra infancia hasta el día de hoy, quiero sentir la emoción en cada uno de sus lienzos así que vamos empiecen —anuncio mientras aplaudía como señal para que iniciáramos.

Prepare mis pinturas y me senté frente a mi lienzo sin saber que pintar, algo que haya marcado mi infancia la frase se repetía una y otra vez en mi mente intentando así que me llegara una idea para plasmarla.

Quede tan inmersa en mis pensamientos que no me había dado cuenta que la hora se había terminado y que los demás ya estaban recogiendo sus cosas para marcharse, al mirar mi lienzo lo único que había pintado había sido una línea gruesa de color negro y nada más que eso.

—¡Wow!, esta pieza... me hace sentir tantas cosas— menciono el Sr. Abner viendo el lienzo a mi lado en tono burlón.

—Si... porque hay mucho aquí que lo haga sentir algo— le respondí con sarcasmo.

—No te lo tomes a mal querida Venus, sabes que me gustan tus pinturas, pero como siempre te digo, debes trabajar en lo que quieres trasmitir con eso que pintas.

—Y yo sigo pensando que no sé a qué se refiere, ayer pinte una flor y usted me dijo lo mismo. Es una simple flor. ¿Que se supone que debo trasmitir con eso?

—En algún momento lo entenderás— fue todo lo que dijo y se marchó.

—Ppss, ¿Qué clase de lógica es esa? —murmure por lo bajo mientras caminaba hacia la salida.


Llegue a casa con la intensión de llegar a mi habitación sin ser vista por mi madre abrí la puerta de entrada con el menor ruido que se me fue posible evitar y camine casi de puntillas con dirección a las escaleras.

—No piensas saludar a tu madre, es así como te eduque— al escuchar su voz fría y tan tranquila sentí como si el corazón se me fuera a salir por la boca.

—Es...estoy en casa—mi voz tartamudeo al decir esas cortas palabras.

—Ahora además de perder los modales, también se te olvido como hablar correctamente—respondió mientras me miraba con esa sonrisa macabra que la caracterizaba. Y yo por mi parte me guardé el miedo en un rincón y me dispuse a responder descaradamente.

—Para nada, me has enseñado bastante bien así que tranquila— respondí ladeando la boca para imitar su sonrisa.

—Me alegra escucharlo—fue todo lo que dijo para acto seguido seguir observando su computador, sabía que esta vez la había  librado bien así que me dirigí a mi habitación lo más rápido que me fue posible.

Cerré tras de mi la puerta y respire con alivio sintiendo que hoy el día terminaría bien.

La chica atrapada en el espejoWhere stories live. Discover now