Capítulo 4

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-Mira... -
Adrián le mostró por unos segundos una mirada de desinterés, pero entonces ella comenzó,
-No pienso seguir con rodeos niño. Ahora mismo vas a decirme que te ha contado tu madre de lo que hizo tu padre-
Cambió de tono bruscamente, él no se movió del sitio, no se lo creía,
- ¿Pero que narices?- dijo casi para si mismo.
Ana para entonces ya se había levantado con un rápido movimiento que, de nuevo, había desconcertado al chico, lo agarro del cuello con la palma de la mano y lo acorraló en la pared del salón.
-Dime lo que te ha dicho- añadió con pequeñas pausas y su mirada fija en la otra.
Ya costándole algo de trabajo respirar, no pudo hacer otra cosa, accedió a contarselo,
- Ella me contó que era un delincuente, robaba- estaba nervioso, le tembló la voz - pero no me dijo nada más, lo prometo-
Ana soltó una pequeña risa,
-Mientes- frunció el ceño y apretó más su agarre,
- Dímelo, dime lo de la maldición, ya-
-¿Mal-di-ción? - le empezaba a faltar el aire, no sabía si aguantaría mucho más.
-¿No quieres colaborar, eh?, muy bien. Sácala-
Fue todo lo que dijo, cuando de las escaleras bajó un hombre Moreno y alto, llevaba una camiseta y pantalones negros de cuero, junto con una fila de cuchillos que lucían bien colocados a lo largo de todo su torso, uno de ellos se encontraba en su mano, apuntando directamente al cuello de ella, Angela.
La pequeña tenía una mirada de completo terror, por sus mofletes se podían ver lágrimas casi secas, y el pelo totalmente despeinado debido al agarre del aquel hombre-
-A-adri? - fue todo lo que pudo decir la chica.
-N-no... - Adrián solo lo pudo susurrar eso mirando a su hermana.
Ana sonrió siniéstramente y lo soltó para que el chico pudiera hablar, Adrián cayó al suelo y respiró con fuerza mientras tosía. Intentó levantarse y agarrar el pie de Ana pero esta se apartó rápidamente,
-No no no, si te mueves un poco más, lo único que vas a agarrar va a ser el pequeño cuerpo de tu hermanita, muerta- puso una nueva mueca de asco y se agachó para estar a la altura del otro,
-Dímelo ya, o te juro que haré de tu vida un infierno-
El lo siguió negando
-¡Te digo que no lo se!- gritó todo lo que le fue posible, intentando mostrarse firme, sin miedo.
-Muy bien, comencemos ahora-
Sin despegar la vista de Adrián levantó su mano izquierda e hizo un movimiento hacia abajo, mientras se agachaba y le susurraba,
-Volveré, para entonces espero que hayas reflexionado... -
Adrián giró su vista justo en el momento en el que el hombre clavó a el cuchillo en el vientre de la chica,lo sacó en un rápido movimiento, mientras el pequeño cuerpo se desplomaba en el suelo,el otro se alejó con paso rápido detrás de Ana.
-¡¡Noo!!-
Antes de abandonar la casa Ana grito recitando,
-Actus centum opus... -
Adrián se acercó arrastrando a la pequeña y presionó su herida mientras no paraba de susurrar.
-¿Porque a ti? ¿Porque no a mi joder?-
La pequeña intentó hablarle como pudo.
-A-adri- su voz era un susurro- T-te quiero- le sonrió tiernamente- Y-yo s-solo...-
-Vale Ángela, reserva las fuerzas, te juro que no te va a pasar nada, ¿vale? - su voz sonaba completamente rota y llena de miedo,
-Volverás a caminar por el parque, bailar en el patio, te prometo que jugaremos a todo lo que no hemos jugado, pero tienes que prometerme que vas a ser fuerte ¿Vale? Que vas a estar a mi lado ¿Eh?-No paraba de llorar, pero como pudo alcanzó el teléfono de la mesilla marcando el número de emergencias.
La pequeña poco a poco estaba cerrando los ojos, Adrián no le paró de hablar en ningún momento, sino que le dio unas suaves palmadas en la cara y le siguió hablando
-Eh, eh Ángela mirame no te duermas, tienes que hacerme caso, Ángela, Ángela, ¡¿Ángela?!, ¡ANGELA!-
En ese momento entró en el salón el personal médico, mientras unos policías agarraban a Adrián y lo sacaban de allí, el seguía gritando,
-¡ÁNGELA! ¡¡ÁNGELA!! -
Lo sacaron de la estancia, pero comenzó a marearse, las luces se veían distorsionadas, las voces lejanas, y mientras poco a poco iba yéndose, a su mente vino la imagen del hombre de los cuchillos, entonces no se había percatado, pero en su mejilla había una marca, como, como la marca de...

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