Capítulo 3

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Adrián salió de la sala con expresión sería, ya no sabía que pensar, por fin le había contado la verdad, pero, ¿es lo que realmente quería? Ahora veía a su padre como un miserable sin sentimientos, ¿Como había sido capaz de hacerles eso?
Estaba absorto en sus pensamientos, el resto de ruidos sonaban lejanos, solo despejó su mente cuando Ana ya le había llamado en repetidas ocasiones, hasta que decidió tocarle el hombro, ya que Adrián no se percataba de nada.
Él casi ni le miró, lo único que hizo fue alejarse con paso ligero mientras poco a poco iba apartando la mirada de la mayor. Ana no se molesto en seguirlo, sabía que no serviría de nada, así que se limitó a observar como salía por la entrada del hospital, hablaría en serio con el más adelante.

Una vez había salido del hospital respiró profundamente por unos momentos, realmente necesitaba pensar en todo.
Se dirigió donde había quedado con las únicas dos personas que le entendían, y durante el camino aprovechó para reflexionar.
¿Que debía de pensar ahora entonces? Sus padres eran unos delincuentes, no sabía describir como se sentía, asco, miedo, incertidumbre... todo estaba mezclado.

Llegó al parque en diez minutos, y en el fondo de este se encontraban ellos dos, Ruby y Daniel, estaban en un banco el uno frente al otro. Se fijó bien en Ruby tenía una expresión de sorpresa, mientras que el rostro de Daniel poseía un tono rojizo. Pensó que se debería al calor de la ciudad, en verano la temperatura podía alcanzar y sobrepasar los 40°C.
No le dio más vueltas y se acercó a ambos, al parecer ninguno se dió cuenta de su presencia a si que chascó los dedos frente a la cara de el chico que giró la cabeza hacia el sorprendido.
-A-ah, hola-
-Hola- dijo Ruby mirando aún de reojo al otro chico.
-He querido llamaros porque, mi madre, por fin, me lo ha contado... -
Los otros dos le miraron sorprendidos y en ese mismo momento le hicieron un hueco entre ellos para que se sentara, estarían ahí por un largo rato.
Adrián comenzó a contar todo mirando al suelo y con las manos en los bolsillos, le avergonzaba de cierta manera que sus padres hubiesen tenido que recurrir a aquello para ganarse la vida. Ellos escuchaban con mucha atención, llevaban tiempo ayudando a Adrián con su baja autoestima y problemas en su casa, en cierto modo, para Adrián era como una forma de aliviarse más, contándoles todo, o casi todo...
Desde hacía dos días había comenzado a tener sueños extraños, pero no le dió demasiada importancia, ya que, al fin y al cabo, solo eran simples sueños.
Adrián acababa de terminar el relato, y nada más hacerlo Ruby se acercó a el y lo abrazó, al principio lo desconcertó, ella no solía hacer eso,
pero finalmente le correspondió su abrazo.
Iban a añadir algo más pero el móvil de Adrián sonó, "¿Es que no voy a conseguir hablar con nadie tranquilo hoy?", fue lo primero que pensó. Miró la pantalla,
*Ana*
Se leía en ella, rozó los ojos y contestó,
-Que pasa aho-

-Adrián, ¿Puedes venir a casa ya? - dijo con tono tajante la mayor

-... Si si ahora estaré allí... -

-Mejor porque tenem-
Cortó la llamada.
Seguido a esto miro a sus amigos,

-Era Ana, quiere que vuelva a casa ya-

- ¿Ahora? Pero si no son ni las siete, madre mia con la abuela... -añadió Daniel sin poder evitar otro de sus comentarios, era un un chico gracioso, siempre conseguía hacerte reír, aunque a veces era un poco bocazas, pero a pesar de eso era alguien en quien podías confiar y te sabía escuchar, pensaba Adrián. Ruby en cambio tenía una personalidad fuerte, para algunas personas podía resultar incluso borde y demasiado directa, pero si la conocías a profundidad podías comprobar que era muy comprensiva y en ocasiones, hasta divertida.
Se despidió de ambos y se dirigió a casa, aunque justo antes de salir del parque escuchó a la conocida voz de su amigo,
-CORRE ANTES DE QUE LA ABUELA TE COMA-
Adrián comenzo a reír a carcajadas mientras se alejaba, esas dos personas eran de las pocas cosas en el mundo que hacían que no quisiese dejar de existir, apreciaba mucho cada comentario, risa o pequeño consejo que le daban.

Llegó a casa a penas en unos minutos, y antes de llegar pudo ver a través del ventanal de la cocina como Ana preparaba algo de comida.
Saco su copia de llaves y entró en casa haciendo poco ruido.
Ana no se dio la vuelta, si no que siguió cocinando sin inmutarse, pasaron varios minutos y Adrián siguió parado en la entrada, por fin se decidió a hablar,
-¿Querias decirme algo en especial? -
Ana dejó uno de los cubiertos que utilizaba y puso la comida que había preparado en un plato.
Lentamente se quitó el delantal y Miró directamente a los ojos al chico.
-Siéntate- le dio una orden
Adrián abrió un poco los ojos en señal de sorprendimiénto, y haciendole caso, se sentó en frente.
-¿Y bien? -
-Mira... -

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