Mi tío Pol se mudó de Nueva Zelanda a Sídney para no dejar sola a su madre. Tía Amanda lo aceptó con gusto. Erik ya tenía novia, y lo arrestaron hace dos meses por conducir en estado ebriedad. Eso chico es una Jane en versión hombre. Ella no se puede quejar cuando fue el ejemplo en los meses que vivió con ellos.

La cadena de cines creció, la modernizaron y mi primo Erik forma parte de ello.

Espero de todo corazón que jamás se les ocurra a mi familia pelearse por la herencia. Se pueden quedar con ella. Yo estoy bien con lo que tengo gracias a mi propio mérito, sin embargo, sé que cada integrante de la familia es equitativa y leal.

Molly ya está grande. Es una niña muy bonita. Darel y mamá la cuidan mucho.

Actualmente no tengo novia. He salido con chicas, pero no es nada serio. Tal vez eso se mantiene igual...

Cambiando de tema, he conseguido trabajo. Hago dibujos, planos y diseños gráficos basados en fotografías aéreas, de satélites y telescópicas para una empresa privada. Gano bien y tal vez no sea lo mismo que en la NASA, pero todavía no lo intento. Aún está entre mis planes.

Bajo del auto y acomodo la manga de mi camisa. Aún no ha empezado.

Camino entre las personas buscado una cabellera rubia entre el tumulto de personas, me dirijo a la entrada y de esa manera doy con ellos. La mirada de ellos me envuelve y alzan su mano para llamar mi atención.

—Creí que llegaría tarde —admito una vez que los alcanzo.

—Yo pensé que moriríamos —Sue dice entre dientes—. Aitor casi choca por pasarse un alto. Le dije que él ha tenido la culpa y le sacó el dedo de en medio al señor. ¡Eres un bruto!

—¡Tenía prisa! —se defiende.

—¡Qué insoportable! —la castaña se queja, comenzando a caminar.

—Ella me ama. —Se ríe y la sigue.

Sí. Siguen juntos. Rompieron al mes que Aitor se fue a Escocia, pero él regresó, Sue no pudo evitar llorar y regresaron... Volvieron a terminar por dos meses y luego hablaron las cosas, mi amigo dice que fue una charla muy extensa y... lo intentaron una vez más.

Esa fue la vencida.

Cada uno tomó en serio su papel, al concluir la universidad, Aitor regresó a Sídney por Sue y ya no regresó a Escocia. Fue un chiste muy malo, pero prefirió quedarse aquí en la ciudad y su padre le consiguió un trabajo en la embajada.

Viven juntos.

Bueno, él dice que todavía, pero la chica se queda a dormir con él en su casa por una semana. Yo les digo que ya se junten, tengan un hijo y dejen de joder a sus padres.

Hemos visitado el planetario. Sí, fue idea mí. ¿Qué mejor forma de un reencuentro que en un lugar bello como lo es el planetario?

He invitado a Borris y a Darling, me hubiese gustado que Rebecca también estuviese con nosotros, pero ella está fuera de la ciudad.

Quizá piensen que mi relación actual con la pelirroja es incomoda... para nada. Después de todo, cuando me fui a la universidad decidimos romper lo que teníamos, digamos que una relación a distancia la consideramos una estupidez —sin ofender a Aitor y Sue—, pero lo hicimos porque ninguno de los dos quería drama.

Ella tiene novio, llevan ocho meses juntos.

Por otro lado, Borris se volvió un desgraciado. Anduvo con un chico por dos años, él juraba que podía ser su alma gemela. Ñeh. Terminaron porque a Jaén le atraía un compañero de trabajo, el cual lo dejó al mes. Toda una fichita el imbécil de boxeador que es, sí, hablamos de Borris.

Me acerco a la pareja de tortolitos que está fotografiándose y hago una mueca de asco al ver como se toman una foto besándose.

—Ya paren. —Arrugo mi nariz.

—Sí, sí, cállate —Aitor sisea.

—Esperaré a Borris y a Darling por allá. —Apunto una pared con un fondo de estrellas dibujadas—. Por favor, no se me pierdan.

Ninguno de los dos me responde y me alejo, zigzagueando entre las personas para llegar a mi destino.

Encima de mí cuelgan estrellas, estas son sujetadas con un hilo transparente, haciendo una semejanza de que flotan, unas son más bajas que otras, así que busco alguna que esté a mi altura y no choque con mi cabeza.

Saco mi celular del bolsillo de mi pantalón y se viene con este mi juego de llaves, observo el dije de delfines que cuelga de ellas y una sonrisa se dibuja en mis labios. La imagen de hace ocho años viene a mi memoria.

"—Es momento de que tú lleves el sueño de tu padre."

Debo decir que lo interpreté de muchas formas. El dije podía significar mucho, aunque solo bastó que le preguntara a André para entenderlo.

Diseñé en aquel restirador que mi abuelo me regaló a mis dieciocho años un boceto del grafiti que ella me pidió. Le di sentido. El mío y el suyo. A papá le gustaba la música y a mí me apasiona la astronomía, así que dibujé un astronauta flotando entre los planetas, uno donde en su casco se reflejara aquella portada de ese álbum que contenía un arcoíris, su mejor amigo me dijo que era de su banda favorita, y en lugar de poner estrellas, coloqué notas musicales.

Ese día me sentí parte de él.

Guardo de nuevo las llaves al bolsillo de mi pantalón y marco el número de Borris, me apoyo sobre una pierna echando mi vista hacia abajo y espero a que conteste.

—No, Darling. —Es lo primero que dice—. Aidan, ¿dónde los vemos?

—Ya estamos adentro.

Siento la mirada de alguien sobré mí y alzo la mía, conectando con los ojos de una chica. No es un accidente, ella me mira sin descaro ni disimulo. Copio su acción.

—¿En qué parte están?

—De la entrada se van recto hasta toparse con una pared que tiene dibujada estrellas y también otras que flotan—. Rompo el contacto visual con la chica y miro arriba de mí—. Estoy parado justamente debajo de una.

Vuelvo al frente y... me sigue mirando.

—Ok, llegamos en unos minutos.

—Sí, por favor muévanse. Una chica no quita sus ojos de mí y me está incomodando.

—Tu belleza es imposible de esconder, ¿eh? —Borris se burla y me cuelga.

Trago saliva y bloqueo mi celular. Dejo escapar un suspiro lento, abriendo y cerrando una de mis manos. Mis pelos se ponen de punta cuando veo como avanza hacia mí. Ok. Se está acercando y no sé cómo actuar.

¿Debería escapar?

Ambos seguimos sosteniendo nuestras miradas. Ella se pone a un metro de distancia, quedando debajo de una estrella flotante.

La escaneo. Estatura mediana, no es baja ni alta. Ojos grandes y cabello negro que cae en capas por sus hombros.

—Te conozco —declara.

Su voz es suave.

—¿Segura? —Arqueo una ceja—. Yo no recuerdo haberte visto antes.

Cuando era más chico, recuerdo a mamá llorar. De noche, yo me ponía de pie cerca de la ventana de mi habitación y pensaba lo tan satisfactorio que era mirar las estrellas y saber que él formaba parte de ellas.

Antes creía que todo tenía un por qué.

Pero ahora, no sé si el destino o las casualidades existen, tampoco sé si la vida tiene todo planeado o si eres tú quien escribe tu camino. Podía odiar a quien trazó el mío o tal vez amar lo que me ha dado.

Sin embargo, esto es diferente porque acabo de descubrir que esta es la verdadera constelación. Justo aquí.

—Creo que no me he presentado como se debe —sonríe—. Soy Diane Beckinsale Weigel.


FIN

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora