Suspiró y se removió en el incómodo asiento.

—¿Quieres terminar esto? —Me miró ansioso.

Sonreí irónica y lo miré vacilante.

—Mi tía murió hace una semana, hace tres días no como, no duermo hace cinco, y tengo una migraña no se hace cuanto que me tiene podrida —negué divertida— pero debo decidir si quiero o no seguir con... ¿qué se supone que eres? —Lo miré incrédula.

Me miró con cansancio y cerró los ojos antes de contestar.

—Carol, es difícil estar para ti o hablar contigo mientras estás así, no sé qué decirte, todo te parece mal, siento que solo me quieres lejos y que soy un estorbo para ti, no paras de decir que quieres terminar y...

—Y tu no entiendes ni mierda —interrumpí hablando entre dientes— mi vida no gira entorno a ti Andrés, no me refiero a terminar con la relación, me refiero a terminar de una vez con mi puta vida —explote de manera exasperada dejando a Andrés con los ojos abiertos.

Se me quedó mirando por largos minutos sin decir nada, sonreí sarcástica y volví mi vista al frente.

Por mi mente pasaban tantas cosas que no podía enfocar nada con claridad. Estaba demasiado enojada y frustrada, aparte de cansada, física y mentalmente.

—¿Hablas en serio? —Cuestiono nervioso.

Carraspeó y me hizo mirarlo.

—¿De verdad has pensado eso? —Volvió a preguntar al ver que no le respondía.

—Suéltame —pedí al sentir sus manos en mis mejillas.

—Carol.

—Si Andrés, maldita sea, lo pensé, aún lo pienso, no quiero seguir con esta mierda de vida, no puedo pasar por más cosas, necesito dejar de sufrir, total, a nadie le haría falta —rodé los ojos cuando las lágrimas comenzaron a salir de mi.

—No vuelvas a decir eso en tu vida —gruñó mientras me abrazaba, me intenté alejar, pero fue firme con su agarre para que no me moviera— a mi sí me harías falta, yo no puedo concebir la idea de que no estés, estuve angustiado con la idea de que me dejaras, no sé qué haría si murieras, no vuelvas a decir eso en tu vida, por que yo no puedo vivir con esa idea. —Me abrazó con fuerza mientras yo lloraba con frenesí en su pecho.

Era todo lo que necesitaba, un abrazo de la persona correcta, poco a poco sentí que mi alma se empezaba a reconstruir en mi interior, un poco de calma llegó a mi y pude respirar con tranquilidad.

Andrés me sostuvo por mucho tiempo, todo lo que necesite para sentirme mejor, incluso cuando mi llanto se detuvo, él siguió abrazándome, allí, en medio de una plaza, sentí que mi vida volvía a tomar un rumbo.

Sí, estaba mal, pero no quería estar sola ¿era malo no querer eso? No, al contrario, significaba que buscaba aferrarme a mi vida y solo necesitaba una excusa.

Quizá Andrés no era la persona correcta para hacerse cargo de aquella responsabilidad, pero era el único que si estaba para mi.

Lo cual lo hacía suficiente en ese momento tan mierda.

Cuando logré calmar los latidos acelerados de mi corazón, me separé de él y lo miré con calma. Veía el cansancio en sus ojos y la angustia en su mirada, me sentí culpable por hacerlo pasar por todo ello.

—Perdón —murmuré sintiendo vergüenza de mis acciones.

—Ay tonta —suspiró mientras acariciaba mi mejilla— no tengo nada que perdonar, los dos la hemos cagado, al menos tú menos que yo.

Destinados ✔Where stories live. Discover now