✵ Capítulo 31 - PARTE UNO

Comenzar desde el principio
                                    

—¡Aidan! —advierte y doy una fuerte carcajada.

—¿Contenta?

—Por Dios, eres demasiado inteligente, pero también un completo demente. Te me desvías, muchacho, te me desvías —bufa—. Ya, fue suficiente, me estresas y debo guardarme eso para cuando cierta personita no me deje dormir en las noches.

—Cierto, sobre eso...

—No puedes decir nada. Me veo con la obligación de ignorarte.

—No, tía, lo que pasa-

—Hasta luego, mi lindo bastón —se despide, impidiéndome hablar.

—Jane, Jane —la intento llamar.

—¡Ya vete! —me grita y con pasos rápidos se aleja.

En la misma posición, me quedo mirando al frente ideando algún plan para poder decirle, ¿debería gritárselo sin darle tiempo a que me interrumpa? No. Lo más seguro es que ella me aviente algo a la cara antes que yo termine de hablar.

Minutos después, enciendo la camioneta y empiezo a manejar hacia la casa de Aitor. No sé qué estoy haciendo, si mamá supiera que he cogido la camioneta de tío André, estaría diciéndome de las mil maneras en que me arrepentirá de siquiera haberlo pensado, es por ello, aunque nos esforzamos de más, que hemos decidido fingir que ella lo sabe.

No se la he pedido por una razón en específico, simplemente hoy desperté como aquel día de las perforaciones y mi subconsciente preguntó: "Aidan, ¿y si vamos por la camioneta de André?" De paso, ponía en práctica mi manejo. Un dato: he olvidado cómo se da reversa.

Mi celular vibra acompañado del sonido que le he puesto a los mensajes de Darling.

Bien, nunca había hecho eso antes. De verdad. Sólo que mi conexión con ella es... rara. Se siente que hay algo, pero a la vez es mejor que cada uno este por su lado. No quiero decir que me gustaría una relación abierta porque-

Ok, sí lo quiero.

Es normal. Si el compromiso no se le da a ninguno y ambos estamos de acuerdo en eso, podría funcionar. Lo importante es la comunicación, ella es demasiado linda y social, mientras tanto yo amo ser libre y coquetear.

«Qué descarado eres, Aidan», me reprendí.

Me fijo que el semáforo está en rojo y aprovecho para leer su mensaje de texto.


De: My Darling

¿Quieres acompañarme a comprar algunas cosas que necesito?


Releo lo que me ha mandado y me quedo pensando. A Aitor puedo verlo otro día, de hecho, ha de estar como vago en su casa, con esa camisa fea que le regalaron al comprar cinco litros de pintura, sus dedos sucios de grasa por las frituras y sin afeitarse. Iría otro día, lo prometo.


De: Aidan

Sería todo un gusto, My Darling. ¿Dónde estás?


Presiono la opción de enviar. No tarda ni un minuto cuando recibo rápidamente una respuesta de su parte.


De: My Darling

Voy por la avenida de la calle 43, ¿la gasolinera?

Si las personas fueran constelaciones [✔] | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora