Hace unas semanas decidí que abandonaré la hermandad, lo hago por mí, por mis padres, por ella. Acabo de soltar la bomba, todavía no han dicho nada. Los ojos de Kealsey se nublan con lo que creo es tristeza y preocupación. Se pone de pie, da unos cuantos pasos hasta detenerse a centímetros de mí.

—No nos alejes, no hagas esto, somos tus amigos —dice ella con los hombros caídos.

La rodeo con mis brazos y dejo un beso en su coronilla.

—No me alejo, Keals, lamento haber dado esa impresión, ustedes son mi familia. —Me abraza de vuelta y tiembla—. Estas semanas han sido terribles.

—Lo sé... —susurra—. Yo también la extraño.

Duele. Arde. Lastima.

Trago saliva y busco mi voz, sepultada debajo del nudo gigantesco que aparece en mi garganta cada vez que pienso en ella.

—Me uní a la hermandad porque era lo que necesitaba, quería luchar contra algo para sentir que mi vida tenía sentido, pero eso ya no es lo que quiero. —Hago una pausa—. Eso no quiere decir que desapareceré, estaré con ustedes como siempre. Eres como mi hermana, Keals, y siempre estaré agradecido y te amaré por sacarme de la oscuridad.

Nos quedamos en silencio.

—No tienes que irte de la casa.

—Lo sé, cariño, pero necesito acomodar mi vida, por si no lo has notado soy un desastre. —Ella se ríe, todavía sepultada en mi pecho. Suelto un suspiro—. Quiero pasar un tiempo solo, pensar y ordenar.

—Entiendo —murmura.

—Sabía que lo harías.

Mateo se pone de pie dando un salto, me enfoca, su boca recta se transforma en una mueca divertida.

—Como están tan cursis tengo que preguntar: ¿es el momento en el que todos nos besamos? —pregunta él, aleteando las pestañas.

Kealsey se carcajea, los demás la siguen. Se levantan y se acercan, me dan palmadas en la espalda que me saben a ánimos, a apoyo y aliento. Omar me sonríe. Aunque las cosas han estado tensas entre los dos, a pesar de que se ha disculpado en más de una ocasión, sé que somos amigos, hermanos.

—Ya sabes cómo son las despedidas, amigo —dice. 



Les repito mil veces que no estoy interesado en salir, por supuesto que ignoran mis quejas y me dicen que tienen que despedirme de alguna manera, supongo que intentan sacarme de la alcoba, solo por eso les agradezco, pues están preocupados. No hay que despedirnos, recogeré a Omar para ir juntos a la universidad como todas las mañanas y pasaré un rato por las noches en la casa, luego de que termine el trabajo.

El otro día hablé con mi padre para decirle que estaba listo para tomar responsabilidades relacionadas a la empresa. Siempre supe que quería dedicarme a los negocios, sin embargo, no estaba convencido de involucrarme tan pronto. Por ahora trabajaré a distancia, después veremos qué haremos. Él quiere que tome cursos, certificaciones y diplomados antes de empezar de manera formal para que me ponga al corriente, al igual que todos sus empleados. Cuando se trata de trabajo, mi padre es comprometido y exigente, no permitirá que trabaje en la empresa si no estoy preparado para hacerlo.

No planeé venir al bar, preferiría acostarme en mi cama y dormir porque la verdad estoy muerto del cansancio, no me he tomado ni un minuto para descansar, el semestre se pone más pesado porque pronto saldremos de vacaciones, los trabajos y exámenes me están matando. Y mi padre no se queda atrás.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Where stories live. Discover now