La casita de bambú

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Hola, me alegro mucho de que les haya gustado lo anterior. No sabía que estaban aún tan atentos por este fic, qué vergüenza no haberles cumplido más seguido. Pero bueno, aprovechemos ahora que sí se puede. 

Gracias por los comentarios, me hace muy feliz leerlos y me divierto mucho xD

Disfruten un nuevo capitulito de este fic tan sdñfa soft xD



Shen QingQiu estaba seguro de que había dormido en compañía de su esposo, pero al abrir los ojos encontró un niño acurrucado a los pies de la cama, otro completamente extendido entre él y Luo Binghe mientras el tercero lo miraba fijamente al lado de su cama, esperando a que se fijara en él.

–¿A-Yuan?

El niño resopló y se acercó a su oído para susurrarle algo por lo que Shen QingQiu solo suspiró y se levantó tratando de no despertar a nadie. Luo Binghe abrió un ojo y tras ver que le hacía una seña para que se quedara tranquilo, se levantó a poner los dos niños en una posición más adecuada.

Shen QingQiu se llevó una mano a la frente al entrar a la habitación, pues era muy temprano para ponerse a quitar sábanas y lavar mientras A-Yuan tiraba de su túnica interior.

–Yo ya no hago eso, ¿por qué ellos siguen haciéndolo?

–Es difícil de contenerse para ellos aún. Pero haremos una cosa, en vez de que duerman juntos, les daremos a cada uno su propia cama. ¿Te parece bien?

A-Yuan se mordió el labio, le parecía una idea interesante pero no tenía ganas de dormir solo por lo que negó con la cabeza.

–Ellos tienen que aprender –exigió y Shen QingQiu lo cargó en sus brazos, conmovido por su ternura.

Realmente no recordaba mucho de su propia infancia pero cuando era pequeño sus hermanos mayores lo mimaban mucho, por lo que a veces escapaba a las camas de ellos cuando algo lo asustaba. Obviamente eso terminó con el tiempo, pero aunque no era tan apegado a ellos entendía que A-Yuan sí lo fuera.

Lo miró con cariño y le plantó un beso en la mejilla haciendo que éste se sonrojara.

–Despiértame cuando vuelva a pasar para que no te quedes sin dormir, ¿sí?

El niño enterró su cabeza entre el espacio de su cuello y hombro para luego abrazarse con fuerza. Tenía mucho sueño y además estaba enfadado pero tenía la seguridad de que no sería separado de sus hermanitos por el momento.

Luo Binghe entró en ese momento y se apoyó en Shen QingQiu. Ya veía el origen del problema y quiso reírse más se abstuvo porque su shizun le había advertido que no debía hacerlo o los niños podrían sentirse mal. Aunque de todas maneras le daba gracia.

–Quitaré las sábanas –dijo él y Shen QingQiu negó.

–Me encargaré yo y tú haces el desayuno. No queremos que aparte de haberse desvelado nuestro A-Yuan coma tan mal.

–Shizun exagerada, sus últimos... Umm... Panqueques salieron bien.

Shen QingQiu recordó el desastre que había hecho y negó rotundamente mientras las imágenes de al menos cuatro de esos quemados habían venido a su mente.

–Es mejor conservar las costumbres y desayunar apropiadamente. Las ideas culinarias de este maestro no son apropiadas para las tradiciones –dijo y zanjó el tema mientras dejaba al niño de nuevo en el suelo y procedía a quitar las sábanas mojadas.

El sol apenas salía mientras los discípulos hacían sus ejercicios matutinos y saludaban a su maestro que extendía las sábanas ya lavadas. Algunos querían ayudar pero Shen QingQiu les había dejado en claro que su trabajo de maestro no debía inmiscuirse con sus obligaciones como padre, además, si dejaba que otros hicieran su trabajo por él ya no haría nada.

Inesperadas sorpresas de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora