La Boda de Papi

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Gun siempre creyó que cuando fuese mayor y ya hubiese terminado sus estudios, encontraría a alguien con quien ser feliz, casarse y quererse hasta la eternidad. Independientemente si era una mujer o un hombre. Creyó muy mal.

Con ese triste pensamiento, alisa su saco rosa frente al espejo de su habitación. Suspira, volteándose para verse mejor. La camisa blanca está abierta unos cuantos botones abajo, para darle un estilo más relajado.

Unos toques hacen que mire hasta la puerta, Krist está parado ahí, vistiendo un simple traje negro con corbata y unos lentes para ver que son algo redondos.

—¿Listo? El taxi ya llegó.

Gun asiente con media sonrisa, volviendo su vista al espejo, solo para confirmar que todo estaba bien.

—Gun, sabes que si no quieres ir no tienes porque...

—Estoy bien, Krist. Esto puede ayudarme a... ¿superarlo? A entender que no hay vuelta atrás y que lo nuestro ya tuvo un fin.

El castaño sonríe triste, viendo su primo intentando ser fuerte. Le hace una seña con la cabeza, indicándole que ahora si, debían irse. Cuando bajan, Anne está sonriéndoles, halagando lo apuestos y elegantes que se ven. Besa las mejillas de ambos y ellos le devuelven el gesto, prometiendo que no volverán muy tarde.

—¡Buena suerte, chicos! ¡No olviden traerme el centro de mesa! —la madre del rizado grita antes de que el taxi arranque por completo.

Al día siguiente de que terminó con Off, había ido a la oficina de Landy para hablar con ella y decirle que no podría trabajar más ahí por cuestiones de estudio. Ella dijo que estaba bien, y le dio su liquidación de una vez. Quiso pasar ahí, porque sabía que si iba a la casa, lo encontraría, devastado y no hubiera aguantado las ganas de correr a sus brazos y pedirle perdón.

El trayecto a la Iglesia fue largo por el tráfico. Gun no quiere entrar y ver a Off casándose. Quiere irse, no quiere aceptar la realidad. Toma aire antes de sentarse en una de las bancas fuera del lugar. Krist lo sigue, poniendo una mano en su rodilla.

—Podemos irnos cuando tu quieras. Siempre estamos bien vestidos, no sé, podríamos ir a comer pizzas.

—Estoy bien, Krist. Quiero hacer esto.

—¿Quieres fumar un poco?

Gun niega con la cabeza, mirando al de ojos cafés oscuros sacar una cajetilla del interior de su saco.

Un auto negro, elegante se estaciona en la entrada. Es el auto de Off, el baja del asiento del copiloto, seguido de sus amigos-padrinos. Tay y New. Los tres tienen el rostro serio y ceños fruncidos.

—Buenas tardes —dice Off, pasando cerca de ellos sin siquiera voltear a ver.

Krist solo asiente como saludo, está muy ocupado expulsando humo de su boca como para hablar, y Gun baja la mirada, apenado.

—¿Crees que.... crees que aún me quiera? Digo, parece que...

—Tranquilo, Gun. Seguro lo hace, ha pasado poco menos de tres semanas. No dejas de querer a alguien en ese tiempo. ¿Lo has hecho tú?

—No, no. Para nada, lo quiero igual que siempre.

Krist mueve su cabeza de arriba a abajo. —Él también lo hace.

Una pequeña sonrisa atraviesa los labios de Gun. Se para, arreglando las arrugas de su ropa, decidido a entrar, con el pensamiento de que Off aún lo quiere. Su primo tira el cigarro y lo pisa para apagarlo.

Al entrar, buscan un asiento cerca de alguna ventana o ventilador. Se sientan y Gun no puede apartar la mirada de Off. Está de espaldas, hablando con su madre. Es una mujer no muy alta y algo llenita, tiene el cabello largo, sujeto a una coleta. Su vestido es simple, pero lo que más llama la atención del rizado es su expresión. Luce aflijida, con una sonrisa rota y lágrimas sin soltar en los ojos, mientras acaricia el rostro del castaño y éste solo niega. Por último, besa su mejilla y comienza a caminar lejos de él.

Una niña de cabello color zanahoria corre sin dirección alguna, huyendo entre carcajadas de otro niño rubio. Ella llega a la pierna de Gun y la abraza, riéndose inocentemente cuando el otro le toca la espalda y suelta un "tú las traes".

—¡Behin! ¡Sent! No corran aquí.

Gun acaricia la cabeza de los dos pequeñines con una sonrisa. Son bastante bonitos, incluso quiere morder las rojas mejillas de la niña.

—Niños, les dije hoy no debían ser traviesos o Off se molestaría.

—¡Off, Off! —grita ella, saltando y corriendo ahora en dirección a Off.

—Siento tanto esto, apenas tienen 3 y no saben como comportarse —Neel se disculpa con una mueca apenada.

—Tranquila, no es ningún problema. Son bastante adorables.

—Gracias —sonríe sincera—. Oh, tú eres Gun ¿cierto?

Él asiente repetidamente.

—Off me ha hablando bastante sobre ti.

—Hey, amigo ¿qué te parece ir a ver esos dulces de la entrada? —Krist le propone a Sent, el acepta, abriendo y cerrando sus manos en dirección al castaño para que lo cargue.

—¿Ah, si? Espero que hayan sido cosas buenas.

—Claro que si. Estoy agradecida contigo por haber hecho feliz a Off el último año antes de amarrarse a Landy.

—Oh... bueno, no es nada, al contrario.

—También me dijo que terminaste con él. Fue lo mejor ¿sabes? Así no se siguen lastimando.

—Si, además el se casará y yo... lo superaré.

—Eso espero, cariño. Es que él ¡es tan terco! ¿sabes? Qué digo, obvio que lo sabes. Le he dicho mil veces que no tiene que hacer eso por mi, las niñas yo estamos bien, estoy trabajando turnos extras para que Karin entre a la Universidad.

—Él sólo quiere ayudar y verlas bien, se preocupa por ustedes. Son los más importante para Off. Quiere que sean felices.

—Pero entonces... ¿él cuando será feliz?

Gun no logra contestar a eso porque las campanas comienza a sonar, indicando que la novia estaba por entrar. Jay se para, besando la mejilla del rizado y yendo hasta su puesto donde sus demás hijas están. Con sus ojos verdes y divertidos, Gun observa a Krist escabullirse junto a Sent por un costado de la Iglesia. Los dos tienen sus bocas llenas de dulces. Rápido, el castaño deja el niño con su madre para volver con el más alto.

Landy entra del brazo de su padre. Tiene el rostro neutro. Gun no va a mentir, luce hermosa con su cabello negro peinado y el vestido le asienta a su delgada figura. Cuando llegan a donde Off está, se dan un simple beso en la mejilla. No hay sonrisas ni felicidad en el rostro de ambos. El padre de ella le da un apretón de manos al castaño y camina a su asiento junto a su esposa.

La misa comienza como debe de ser. Gun comienza a sudar, está nervioso y no sabe porque. No puede parar de morder sus labios y jugar con un hilo que sale de su camisa. Krist simplemente atiende a todo lo que el padre dice.

El momento que el rizado no quería que llegara, al fin lo hace.

—¿Quieres recibir a Landy como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? —la voz del padre suena cansina al momento de decirlo.

Off vacila un poco mientras sostiene las manos de Landy. Su voz tiembla suavemente cuando suelta un:

—Si, acepto.

Ahí es cuando Gun no aguanta más. Krist se para con él, siguiéndole hasta la salida.

Lo último que ambos oyen al salir, es el fuerte y lastimero sollozo que Landy suelta.

***

Tōdo pôr Papî ⸙͎۪۫ OffGūn [Adąpt.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora