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Caminando por las frías calles de la ciudad, con las manos dentro de los bolsillos del chaleco impermeable, pensando en los demás y no en mí, estando tan perdido en un lugar pequeño, nos conocimos.

—Lo siento mucho —dijiste con un leve rubor en las mejillas, tus manos estaban temblorosa y podía sentirlo sobre mi pecho cuando trataste de limpiar con un pañuelo el desastre que ambos creamos—. Dios, soy tan torpe.

Te sonreí.

Pero tú no lo notaste.

—Te compraré otra camisa, lo prometo. Podemos ir...

Sostuve tus muñecas con delicadeza, alejando tu tacto de mi cuerpo, las personas comenzaban a murmurar y sus miradas demostraban desprecio al ver que dos chicos estaban muy cerca. A penas se iba conociendo la revolución de derechos hacia la comunidad de homosexuales y yo no estaba listo para ser rechazado.

—No te preocupes —contesté serio, borrando la sonrisa de hace segundos y soltando tu cálida piel de la mía, volviendo a sentir ese frío de la ciudad.

—Pero fue culpa mía —volviste a insistir, haciendo un amago de acercarte y aunque lo hacías con las mejores de las intenciones.

Me alejé.

Yo era normal.

No era un patético gay.

Y posiblemente fue en esa negación donde el problema comenzó.

Morir por amarte || JoerickWhere stories live. Discover now