Capítulo 1: Repentino.

1.1K 159 179
                                    

Era ya la séptima vez para Lee Donghae realizando la cuenta hasta diez mentalmente en el último par de minutos.

La voz masculina de su acompañante realizaba esta misma cuenta en voz alta con el propósito de guiarlo, más Donghae se centraba en la de su cerebro mayormente, procurando respirar de la manera más apropiada mientras se incorporaba y dejaba caer reiteradamente sobre aquella superficie acolchada debajo de su cuerpo.

—Venga, eso es... ¡ya casi acabas!— Lo animó el acompañante, quien le sostenía con fuerza los pies, arrodillado en tal ubicación—¡uno, dos, tres...!

Donghae continuó, poniendo aún más empeño en sus movimientos.

Cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve...

—¡Diez!— Exclamó sin siquiera pensarlo, dejándose caer escandalosamente al finalizar la octava cuenta y cerrando así la serie de abdominales que había estado llevando a cabo.

Una gota de sudor se deslizaba por su sien derecha, su respiración estaba aceleradísima.

Sus ojos se cerraron un momento, pero se abrieron nada más oír la risa proveniente del otro.

—Es increíble cuanto has escalado desde el primer día que te decidiste a que hiciéramos esto... hasta parece que llevases siendo un apasionado por la actividad física desde tu nacimiento— Comentó éste, acomodándose su cabello marrón.

Donghae botó aire con pesadez y se sentó en la colchoneta, abrazando sus rodillas y riendo un poco de modo agotado.

—Qué va...— Dijo, entrecortado.

—Uff... espera aquí, traeré agua para ambos— Anunció el de cabello marrón segundos más tarde, parándose y dirigiéndose a la cocina.

—Mm... gracias, Jungsoo— Pronunció Donghae, algo similar al alivio transparentándose en tal oración.

En lo que el llamado Jungsoo se mantenía en la cocina, Donghae se empecinó en regularizar su respiración.

Sus facciones se tornaron cargadas con desagrado al captar que algunos mechones de su cabello anaranjado estaban pegados a los costados de su frente, lo que no era de extrañarse. Pronto se retiró la liga con la que había mantenido ese cabello más o menos largo atado en una coleta y miró al techo de linda madera barnizada que poseía la casa de su amigo.

La sala de aquella casa, para ser más exactos.

Cielos, ahora moría por ducharse.

Jungsoo volvió entonces y le tendió el prometido vaso de agua, bebiendo posteriormente el que había traído para sí mismo. También sudaba y estaba exhausto, pues había realizado una serie de abdominales idéntica a la del peli naranjo justo antes que éste, además de los varios otros ejercicios en conjunto que cumplieron.

Donghae ingirió el contenido de su vaso de una sola vez.

—Entonces, ¿mañana quedamos de acuerdo en subir ese cerro?— Le preguntó Jungsoo, sentándose desordenadamente en el sofá, que se hallaba junto a la colchoneta de Donghae en el piso.

—Sí, sí... no te olvides de la hora, ocho treinta a.m., ni un minuto más— Contestó Donghae, colocando el vaso ahora vacío a un lado, en el piso.

Jungsoo rió entre dientes.

—No lo haré... a madrugar, se ha dicho.

Tras unos minutos, ambos procedieron a hacer las elongaciones finales. No mucho después, Donghae se despidió de Jungsoo con amabilidad —recordándole de nuevo el horario de su encuentro estipulado para la mañana siguiente—y se marchó rumbo al edificio que le alojaba.

Loving Games (Eunhae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora