— Dejen mis cosas — gritó Sirius desesperado mientras corría a alcanzar las pocas pertenencias que tenía, no podía dejar que tomaran su mochila, que sacaran el poco dinero que tenía.

— Ahora te crees mucho por estar trabajando — le gritó uno de los muchachos de la casa, se notaba que no estaba en sus cabales — miren tiene un libro — Sirius no lo permitiría, no lo dejaría tener el único regalo que le había dado Remus, se abalanzó contra el sujeto quitándole su libro, para luego esconderlo en su cuerpo mientras sentía los golpes.

No estuvo seguro de que estaba ocurriendo, no podía hacer nada, eran tres o cuatro sujetos contra él, lo único que hizo fue esconder su cara, gritando cuando fuertes patadas eran dadas en sus magulladas costillas, susurrando pedía que se detuvieran, que ya no soportaba más. Estaba mareado, se sentía entumido y ni siquiera se dio cuenta cuando cayó inconsciente.

Lily hablaba con Alice, ambas mujeres habían notado que Remus estaba de un peor humor a lo acostumbrado, estaban seguras de que ese día espantaría a los clientes, quizás lo mejor sería dejarlo ordenando la bodega o alguna cosa así, porque parecía más un sicario que un simple vendedor.

— Se está haciendo tarde — explicó Lily mirando su reloj, un hermoso regalo de su amado James.

— Estoy segura de que algo ocurrió entre esos dos — soltó Alice pensativa, ambas mujeres ya daban por hecho que estaban saliendo, aunque ninguno de los dos había confirmado, pero a vista de las dos, eran demasiado obvios.

— Mierda — soltó Lily con vistas a la entrada, mientras dejaba lo que estaba haciendo para ir en ayuda del simpático mocoso.

— ¿Te parecen que estas son horas de llegar? — Remus le preguntó a Sirius de forma retórica — eres un irresponsable, esto es un trabajo y debes cumplir con los horarios o al menos avisar, si yo fuera el dueño de aquí ya estarías sin trabajo — Sirius estaba con la mirada al suelo, no la levantaba y lo único que quería en ese momento era echarse a llorar, apenas había llegado, le dolía caminar y respirar, sentía que se desmayaría en cualquier momento.

— Remus fuera — Lily intervino fulminándolo con la mirada — la dueña aquí soy yo, ve a ayudar a Alice con las cajas que llegaron — regañó la mujer — ahora Sirius ¿me explicas? — preguntó de forma amable, sonriendo pues ya veía que el muchacho se ponía a llorar.

— Tuve un problema, un gran problema — soltó una risita sarcástica, aunque de inmediato hizo una mueca por el dolor — Lily te prometo que no se volverá a repetir, por favor, no me eches — pidió apresurado, dispuesto a arrodillarse por ese trabajo.

— Tranquilo mocoso — ella le acarició los cabellos con dulzura — lo entiendo, pero para mayor formalidad, si tienes un nuevo inconveniente te agradecería que me avisaras — Sirius al fin pudo respirar tranquilo.

El día estaba tranquilo, había algo más de la clientela habitual, además de que habían llegado nuevos estrenos, así que estaban arreglando todo y ordenando, moviéndose de un lado para otro. Remus podía sentir como Sirius lo miraba, el solo rodaba los ojos ya exasperado con la jodida situación, estaba realmente harto de su maldito rostro apenado, como si le creyera alguna maldita cosa a ese jodido mitómano, no le creía su cara de sufrimiento, lo único que quería era jamás volver a verlo.

Sirius por su lado, lo miraba de forma disimulada, estaba aterrado, no se atrevía a estar a menos de cinco metros de él, estaba seguro de que antes de que hablara recibiría un golpe en su rostro, no sabía que hacer, ni tampoco que decir, lo único que quería era que Remus lo perdonara, ya no podía más.

— Mierda — gruñó cuando botó la caja que había intentado levantar, tuvo que agacharse ante el agudo dolor en su torso, se había quedado sin aire.

Encuentro Inesperado (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora