(=ω=.) Undertaker simplemente amaba a Vincent.

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¿A dónde corres cuando simple y fácilmente todo lo que habías amado ya no estaba? Este hombre de cabellos plateados tampoco lo sabía.
El día en el que él se suicidó, también quería saberlo. Realmente, no podía quejarse de su familia o su vida. A excepción de la forma en que perdió a la única persona que amaba.
El día en el que se aburrió de trabajar recogiendo almas después de unos doscientos años, tampoco le importó desertar. Llevándose a su amada guadaña con él.

Todavía recordaba la presión en el pecho. Todavía dolía. Pero todavía sabía que tendría que seguir existiendo. Y así, se abrió una funeraria en Londres.

Los cuerpos del bajo mundo no tardaron en llegar. Sus conexiones en ese aspecto, no tardaron en formarse. Sobre todo porque él tenía una peculiar forma de pedir el pago a cambio de informaciones. Ya que él sólo buscaba alguien que lo hiciera reír.

Alguien que lo ayudara a escapar de su vacío.

Un día, un joven llegó al paradero del shinigami fugitivo. Este joven de cabellos oscuros, un poco azulados, venía acompañado de un mayordomo arrugado, ya bastante viejo. Se le notaban rasgos japoneses.

El shinigami quiso reír. ¿Cómo podría ayudarlo aquel viejo?

Entonces, el joven de cabellos oscuros se sentó frente a él en la recepción. Sonrió y levantó una ceja.

-Escuché que sólo quieres algo que te haga reír a cambio de pasar información.-Comentó en un tono juguetón. El mayordomo parado de forma elegante y recta detrás suyo.

El shinigami sintió como su corazón se aceleró.

Recostó su mejilla en su mano derecha, sus uñas negras y negras. Sonrió de forma espeluznante, el cabello cubría sus ojos.

-¿Cuál es tu nombre, joven amo?

-Vincent Phantomhive.-Oh. Con que así era. El joven parecía extrañamente amigable. Sonriendo suavemente.-¿Cómo se llama usted?-Preguntó.

-Llámame Undertaker.

Esa fue la primera vez que él disfrutó realmente del mundo humano. Y no, no es que antes le fuera aburrido. Siempre le pareció que los humanos eran interesantes. Siempre pensó que su propio actuar cuando estaba vivo era ridículo. Nunca se preguntó por qué no pudo olvidar ese rostro, ni sus recuerdos en vida.

Ese rostro que se parecía tanto al que tenía en frente.

Undertaker volvió a agradecer el hecho de existir.

Sobre todo porque éste joven se había vuelto especialmente cercano a él. A veces venía, le contaba un chiste y le pedía información para sus casos. A veces su conversación se desviaba del propósito original. A veces lo invitaba a fiestas, a veces se escapaba para ir a la funeraria y hablarle por horas.

Undertaker amaba a éste muchacho.

Pero éste muchacho era la cabeza de una familia de élite. Este muchacho ya no era el muchacho con el que había tenido una relación en vida. Este joven se casaría, y ahora, este muchacho tendría un hijo.

Al inicio, a su familia le costó aceptar sus constantes visitas y su forma de actuar. Porque siento honesto, incluso él se había dado cuenta. Que las veces que rondaba a Vincent Phantomhive, estaba particularmente cerca. Aunque sus toques eran ligeros, solía tomarlo de la mano y entrelazar sus dedos con él mientras le hablaba. Solía rodear su brazo con el suyo. Solía rodear su cuello al hablarle al oído pasándole información. Durante las reuniones, solía sentarse sobre el posabrazos en su sillón, acariciando su cabello o jugando con él.

Vincent lo aceptaba todo amable y sonrientemente.

A su madre, Claudia Phantomhive tampoco le molestaba. Ella era quien más se emocionaba de ver a Undertaker. Solía darle galletas con chocolate, solía preguntarle sobre cómo le iba a su hijo. Le pedía que se quedara a pasar la noche en la mansión. Claudia Phantomhive lo trataba como si fuera su hijo.

❝Tragos Demoníacos❞. -Kuroshitsuji One Shots. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant