CAPITULO: 43

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No sé cómo describir mi vida actual. ¿Cadáver andante?

Sea como sea, no hago nada más que comer y dormir. ShangFan se ha vuelto adicto al Dragón Azul y lo usa sin saber los efectos. Por eso, aunque esté totalmente despierto, no puedo moverme. En mis mejores momentos, todo lo que consigo es dar un par de pasos y bajarme de la cama. Esta situación es cien veces más cruel que la que vivo con Ye CanSheng.

La depravación de Ye CanSheng ataca mi cuerpo con un dolor insoportable, sin embargo, ShangFan es el mejor destruyendo mi mente, haciéndome luchar contra mí mismo sin parar antes de comprometerme con él y acercarme.

Tengo miedo. Tengo miedo de que llegue el día en que me pierda a mí mismo y me convierta en una marioneta de verdad.

Ama mi cuerpo enloquecidamente, cada noche me aplica un tipo de ungüento y ahora, una semana después, la única marca que me queda es el sello de mi pierna. Hasta el mordisco más terrorífico ha desaparecido.

Odio esta versión limpia de mí con todo mi corazón. También odio ver cómo otra persona juega con mi delicado y pálido cuerpo. No queda ninguna marca de la existencia de CanSheng: me pongo nervioso y ansioso.

Cada vez puedo mantener los ojos abiertos más tiempo porque cuando ShangFan me abraza no puedo dormir. De todas formas tengo todo el tiempo del mundo para dormir de día, así que por la noche, suelo abrir los ojos y estudiar esta habitación desconocida mientras siento la temperatura del hombre a mi lado.

Por la mañana, me despierto lentamente y le echó un vistazo a ShangFan, que está sentado al lado de la mesa ya completamente vestido.

–Quiero ir al baño. – Me tiemblan los labios.

Mi voz está ronca, seguramente porque ayer maldije demasiado.

Él levanta la cabeza bajo los rayos de luz del amanecer. En casa nunca usa cera para el pelo, por lo que el cabello le cae sobre la frente. Recuerda a la versión joven de la foto. Le da un sorbo a su café antes de levantarse de la silla.

Me levanta, algo a lo que ya estoy acostumbrado. A no ser que quiera mojar la cama, tengo que agachar la cabeza. En realidad, para él seguramente estoy apoyándome en él, no agachando la cabeza.

Él camina directamente a la entrada del baño. Levantó la mano y cojo la manecilla con dificultad. No estoy acostumbrado a la temperatura del metal. Intentó abrir la puerta muchas veces. Odio lo débil e impotente que soy.

–¡Gua!

De repente, ShangFan me levanta todavía más, cogiéndome con una sola mano. Mi cuerpo cae sobre su pecho.

La puerta se abre acompañada de su risita. Me lleva adentro y, por fin, mis pies tocan el suelo. Me tambaleo y me aferro a la mesa que hay a un lado. Me canso sólo con tener que mantener esa posición.

–Sal...

Normalmente, siempre sale. Los criados normales no se atreven a desobedecerme, porque si me pongo de mal humor me puede durar para siempre. Por eso van con mucho cuidado conmigo, sin embargo, él no se va.

Sigue detrás de mí, callado y con una mano sobre mi cintura con una fuerza irrefutable.

-¡Que salgas!

–¿De verdad puedes? Ayer mismo te inyectamos el Demonio Azul y lo hicimos durante toda la noche...

Me aferro al borde del aparador y giro un poco la cabeza.

ENFERMIZO TIRÁNICOWhere stories live. Discover now