Capítulo Tres.

5.3K 504 35
                                    

La mirada pícara que tenía hace solo un segundo fue tornándose oscura, su sonrisa juguetona fue quebrándose hasta formar una mueca inexplicable, y su postura relajada se puso tan rígida como el tronco de un árbol. Y todas esas reacciones fueron grabadas por mi maldita cabeza, a cámara lenta.

Empecé agitar mi respiración, su silencio es tan pesado, tan incómodo, que hasta hace que quiera retroceder el tiempo, ¿Realmente fue estúpido declararme así? ¿Así de inocente? ¿Creyendo que me corresponderia?

...

—Verónica…  ¿Estás bromeando? Porque esto dejó de ser divertido —demandó apretando la mandíbula entre un tono de voz enojado. Retrocedi un paso abrumada por la ansiedad que causa haberle hecho sentir ofendido, es decir, en estos dos años jamás habíamos tenido un disgusto —Dime...—exigió una respuesta inmediata, me sobresalté pues fue un poco brusco.

—Últimamente... m-me has parecido más guapo de lo normal —titubeo gobernada por la vergüenza, éste mismo hizo una cara malhumorada, ¿No puede disimular un poco? ¡Acabo de confesarme! ¡Solo me lastima actuando así! —N-No puedes culparme, eres perfecto... no importa que cosa hagas, si hablas de tu trabajo, si comes, si lees, a mis ojos siempre te ves perfecto y sexy.

Johan se alejó acariciando su barbilla, reflejando lo estresado que está, pero ¿Por qué? Fácilmente puede rechazarme, sin dudas lo entendere, no entiendo porque tiene que reaccionar así.

—Verónica… —respiró profundamente —No es amor lo que sientes, es solo atracción, algo que relativamente es normal porque hemos convivido por dos años, pero ¿Amor? no digas tonterías…

...

¿Qué no diga tonterías? ¿¡Qué no digas tonterías!?

—¡Exactamente porque hemos convivido dos años me enamoré de ti! Si tan solo pudieras percibir cada sensación que me provocas, la alegría que me causa tenerte cerca, incluso cuando no me prestas atención, o la tristeza que siento cuando te vas, si lo sintieras sabrías que es amor —defendí gobernada por la indignación, lo peor de todo es que mis palabras parecieron fastidiarlo más.

—Verónica, solo estás confundiendo amor con miedo a quedarte sola, ¿De acuerdo? —intentó hablarme cuidadoso, pero por primera vez falló en algo, porque hasta con neblina noté su molestia —Olvidemos este malentendido... —me rodeó para luego entrar a la habitación, aún con esa postura estresada.

Malentendido...

Si, puedo olvidarlo, puedo hacerme la loca, puedo actuar como si no le hubiera dicho mis sentimientos, pero aún así quedará esa incomodidad entre nosotros, estoy segura que ya no volverá a contarme nada, y que me evitará.

Agarrando todo el coraje del mundo fui atrás suyo, prefiero mil veces que nuestra cómoda relación se rompa por defender mi amor, que por tratar de cubrirla.

—Johan, ¿Por qué es tan difícil aceptar que te amo? —interrogué en la puerta, éste se rascó la frente estresado mientras busca su ropa para dormir.

—Porque no lo haces…

—¡Claro que lo hago! ¿No es más estúpido no sentir nada por la persona con la cual llevas durmiendo en la misma cama por dos años? —pregunté poniéndome a su lado con los brazos cruzados.

—Tuviste que haberme dicho cuando empezaste a sentir algo por mi… —hostil me miró desde la esquina de su ojo —Créeme, habría hecho todo para que dejaras de hacerlo...

—Johan…

—Parece que olvidaste que fuimos casados por nuestros padres ¿Verdad? —volteó a verme, y hasta parece que aprovechó mi sensibilidad para acercarse amenazante. Comencé a retroceder asustada, jamás, en serio jamás me había atemorizado su tamaño —Por eso tuvimos que vivir en la misma casa, comer en la misma mesa, y dormir en la misma cama, para que ellos estuvieran felices —me detuve cuando sentí la fría pared en mi espalda, Johan se agachó para mantenernos cara a cara —Fue tonto dejarte enamorar, Verónica.

Seduciendo A Las Rosas [Oficial]Where stories live. Discover now