Capítulo 12 -Desayuno con Diamantes

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Mackenzie asintió y seguimos caminando hasta dirigirnos a nuestra clase. Desde luego me había hecho dudar y ya no tenía nada claro cuál sería la postura de Niall, si este se centraría en las entrevistas o caería en la tentación de exponer los cotilleos y los secretos de la gente. Eligiese lo que eligiese, debería respetarlo, ya que era su decisión y el Velvet & Gold era lo que era hoy día gracias a sus esfuerzos, él lo había levantado y tenía derecho a decidir sobre el futuro del periódico. La chica y yo estuvimos atentos a la clase y tras esta, nos separamos, yendo cada uno a nuestras respectivas clases siguientes. Nuevamente volvía la monotonía, y aunque resultaba relajante no tener ninguna preocupación, ya me estaba empezando a acostumbrar al drama, a tener un montón de cosas que hacer, hablar con muchas personas en un mismo día y estar dando vueltas continuamente. Al haber terminado las clases, me dirigí al Velvet & Gold, suponiendo que Niall me habría dejado las preguntas escritas en alguna parte, pero no las encontraba, así que dejé de buscar, ya lo llamaría más tarde, a fin de cuentas quedaban aún dos días para la entrevista.

Me dirigí a la librería para ayudar un poco a Fred, al entrar vi al hombre sentado ante el mostrador con un rostro algo triste mientras leía un libro, me sorprendió bastante pero no le pregunté, y me limité a ordenar los libros e ir recolocándolos en las estanterías. Fred mientras tanto se quedó en el mismo sitio, pasando las páginas de su libro. Finalmente me acerqué a él y me quedé unos instantes a su lado antes de preguntarle.

—¿Qué es lo que te pasa?

—Nada, no te preocupes —dijo el hombre, a lo cuál yo asentí comprendiendo que no quería hablar del tema.

—¿Qué tal el fin de semana con tu hijo? —pregunté yo intentando cambiar de tema.

—Froy... —dijo el hombre dirigiéndome una mirada apenada— hijo mío... estuve hablando con él sobre lo mal que iba la tienda. Él quiere que me vaya a vivir con su familia a Chicago, como te dije. Le he dicho que lo haré, pero que al menos quiero tener hasta enero para vender la tienda. Me sabe muy mal irme de aquí de esta manera así que al menos me gustaría disfrutar un par de meses más de ella.

Sabía que inmiscuirme en el tema era una tontería, Fred ya había asumido que vendería la tienda, y ya era bastante mayor como para que yo le discutiese sus decisiones o lo cuestionase. Es por eso que me limité a darle un cálido abrazo, siendo que esto era la mejor ayuda que podía ofrecerle a Fred. Entendía que para él era mucho más difícil que para mi, y después de varios años con la librería en decadencia era normal que se sintiera sobrepasado. Pasé el resto de la tarde con él para conseguir que se distrajera un poco y dejara de pensar en la venta de la librería. Estuvimos hablando, me contó historias sobre su esposa, Margaret, quien parecía que había sido una mujer increíble, muy dulce y cariñosa. Me dijo que era una mujer muy inteligente, amaba leer y estudiar, pero que también era muy fuerte y era ella la que tomaba las decisiones más importantes. Lo pasaron muy mal, porque aunque ambos habían querido tener niños, les resultó una tarea muy complicada, sumado a que Margaret tuvo varios abortos, hasta que finalmente nació su único hijo, a quién amaban como nunca habían amado a nadie, pero como era lógico, su hijo creció, se marchó a otro estado y tuvo su propia familia. Desde entonces, Fred y Margaret estuvieron solos, su hijo los visitaba poco y ellos sólo tenían la librería, que antes era una de las tiendas más importantes del pueblo, siempre llena y con mucha alegría y vitalidad. Los fines de semana, Margaret se sentaba en los viejos sillones del fondo y un gran número de niños se sentaban en el suelo, a sus pies para escucharla leer, todos los niños esperaban con ansias el fin de semana solo para poderla oír, aunque cada vez el número era más reducido. Hasta que un día, Margaret enfermó, estaba muy débil y Fred había muchos días que no abría la librería para poder pasar todo el día cuidándola.

Moral of the StoryDove le storie prendono vita. Scoprilo ora