— ¡Por favor, Theo! —su labio inferior forma un puchero mientras junta sus manos como si fuese a rezar—. Hazlo por mí, ¿sí?

Cierro los ojos, derrotado por la insistencia de mi mejor amigo. Siempre era lo mismo. Cada que hacían sus estúpidos planes de fiestas donde terminaban vomitando o desmayados en alguna acera, me involucraban de alguna manera a pesar de que me negaba.

Supongo que estas son las consecuencias de juntarme con personas completamente diferentes a mí.

—Está bien, pero volveré temprano a casa. No quiero llegar tarde al primer día de este nuevo cuatrimestre. —digo, con cierto fastidio. Charlie salta de la cama, sonriendo emocionado, y llega hasta mí para darme un abrazo. Ruedo los ojos.

—Como quieras, Nerd. —niego divertido y decido tomar una ducha para ir a la dichosa fiesta. No duro mucho en la ducha, por lo que Char sale de la habitación en cuanto salgo del cuarto de baño. Coloco un poco de música en el speaker y comienzo a vestirme. Me inclino por utilizar unos jeans azules ajustados que, ciertamente, nunca había usado en mi vida, mi sudadera gris de Harry Potter que tanto amaba y unas Vans negras muy cómodas para ir a una fiesta. No soy de peinarme mucho, así que dejo mi pelo desordenado y mejor decido ponerme algo de perfume. Aunque es seguro que el olor ni se note en esa masa de sudor que será esa fiesta. Es muy probable que desde que pongamos un pie en la casa donde se hará la celebración, Charlie y los gemelos se desaparezcan con su círculo de amigos y me dejen abandonado en uno de los sillones o en algún taburete del bar. Por eso no me gustaba ir de fiesta con ellos.

O con alguien. Simplemente no era mi estilo.

— ¿Estás listo, McClain? —me miro en el espejo, ignorando la pregunta de Andrés, uno de los gemelos, y cuando tomo mi celular decido que ya estoy listo.

—Ahora sí lo estoy. —Alan sonríe en cuanto aparezco en su campo de visión y me ofrece las llaves del coche. Lo miro confundido.

—Manejarás tú. —me dice. Frunzo el ceño, evidentemente sorprendido—. Como es seguro que no vas a beber alcohol, harás de chofer esta noche. —me encojo de hombros, restándole importancia. En cualquier caso, si me voy temprano, todos tendrían que irse conmigo. Ahora mismo tengo el control. Sonrío ante sus miradas confundidas y sin decir nada más, salimos de nuestro amplio y totalmente cómodo apartamento.

A parte de vivir los cuatro en un mismo lugar, compartimos un deportivo rojo. Un Audi R8 que nos regaló mi padre hace un año atrás cuando iniciamos nuestra vida universitaria en Londres. Ciertamente, el carro es mío, pero como no salgo a menudo y no soy muy sociable, los gemelos y Charlie lo disfrutan más que yo. No me quejo, siempre que tengo que salir a alguna librería o al supermercado a comprar mis golosinas favoritas, los chicos me llevan sin ningún problema. Además, siempre vamos juntos a la universidad. Fuimos aceptados hace un año atrás. Desde que tengo uso de razón, he compartido casi toda mi vida con mis primos, Alan y Andrés, hijos de mi tío Óscar y mi tía Alisha. Luego llegó Charlie cuando yo tenía unos cinco años. Es hijo adoptivo de mi tía Katherine y mi tía Ashley. Somos inseparables desde entonces.

El camino a la fiesta fue de lo más normal. Los gemelos se encargaban de contarnos sus chistosas anécdotas, mientras que Charlie se entretenía en soltar sus comentarios graciosos o sarcásticos. Yo, por otro lado, solo me limitaba a escucharlos o a reír de sus ocurrencias. Cuando llegamos al dichoso lugar, estaba abarrotado de personas y la música retumbaba a un punto que creí que todas las ventanas, que son bastantes, estallarían en cualquier momento. Encontrar un espacio para parquearnos fue muy difícil, pero luego de unos minutos encontramos un local que tenía su propio estacionamiento y estaba cerrado. Nos bajamos del auto.

—Bien. Recuerden no comer nada que no esté empaquetado. Aquí son capaces de vomitar en la comida. —arrugo mi cara con asco. ¿En serio que le veían a este tipo de actividades?

La chica de intercambio ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu