Capítulo 3

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Era un miércoles al medio día, Tsukishima y Kageyama caminaban por las tranquilas calles de su pueblo mientras mantenían una plática bastante amena. Ambos regresaban de dar clases de religión en una escuela primaria de aquel pueblo, pues desde hace un mes que a los dos se les pidió enseñar la palabra de Dios a los más pequeño. A pesar de ser bastante serios, ambos disfrutaban de pasar tiempo con los niños, ya que les recordaba sus épocas de infancia y que en aquellos felices días no conocían la maldad del mundo.

Mientras caminaban, pasaron por la enorme mansión del señor Kuroo quién al parecer tenía un invitado: era un adulto joven de edad similar a la de Kuroo, alto, de cabellos castaños, bien parecido y vestido formalmente. Ambos hombres descargaban el equipaje del nuevo integrante del pueblo, a lo cual Tsukishima y Kageyama se acercaron para conocer al extraño sujeto que había llegado.

-¡Buenas tardes Kuroo! - dijo amablemente el rubio con una dulce sonrisa

-Buenas tardes padre, ¿cómo está? - hablo Kuroo sonrientemente

-Muy bien, gracias. ¿Y usted qué tal está?

-Bien padre. Miré, les quiero presentar a alguien...¡Oikawa! - hablo el millonario al mismo tiempo que el castaño salía de la casa

-Mucho gusto padres, Me llamo Oikawa Tooru

-Él es mi colega y amigo de hace muchos años, me vino a ayudar con mi trabajo y ahora vivirá conmigo

-Me alegro...si quiere podemos ayudarles con el equipaje - dijo Tsukishima

-Eso sería fastático, muchas gra...-dijo Kuroo que fue interrumpido

-Lo siento mucho pero el hermano Kei y yo tenemos prisa - dijo Kageyama serio y en tono sarcástico

-¡Hermano Tobio! - hablo indignado el rubio - Lo siento mucho, pero el padre Kageyama no es muy amable que digamos - susurró Kei al oído de Kuroo

-No se preocupe padre, si quiere pueden irse si tienen prisa - hablo Kuroo

-No, en serio...vamos a ayudarles, ¿verdad padre Kageyama? - dijo Tsukishima mientras regresaba una mirada de fastidio a Kageyama

-Tch...esta bien - dijo molesto Kageyama mientras caminaba hacía los demás

-Usted es el padre Kageyama ¿verdad? me alegra conocerlo, ojalá pueda hacer amistad con usted un día - dijo Oikawa alegre y sonriente mientras apoyaba su brazo en el hombro de Tobio

-C-claro...si usted lo dice... - dijo Kageyama que ya se sentía incómodo y apenado por la situación en la que se encontraba.

Después de que todo el equipaje estuviera en su lugar, ambos sacerdotes se despidieron dandole la bienvenida a Oikawa, mientras que este último regalaba una mirada coqueta hacía Kageyama quien moría en sus adentros de la incómodidad. Los dos padres volvieron a su camino hacía el convento para hacer sus labores y obligaciones correspondientes, también platicaban de los nuevos integrantes de aquel pueblo mientras se dirijían a su destino.

-Parecen buenas gentes ¿no cree padre? - dijo Tsukishima en tono alegre

-Puede ser...pero no confío en ellos, solo son unos sujetos que no durarán un año aquí - dijo Kageyama molesto

-Hemano...puedo hacerle una pregunta...

-Claro...

-¿Por qué es tan frío y serio?

-¿Qué quiere decir padre?

-Bueno...usted es algo frío y seco con todos aquí, por no decir "grosero", además suele molestar bastante a nuestros colegas...digame si hay algo que le incomoda o no le agrada de este lugar

-Pues...supongo que sería liberador contarselo a alguien, pero...¿promete no contarselo a absolutamente nadie?

-Lo prometo, palabra de colega

Kageyama comenzó a contarle a Tsukishima todo lo que paso en la ciudad mientras hacía su servicio junto con Hinata, desde como eran antes y después de terminar su educación religiosa hasta el exorcismo secreto de Hinata. Ahora todo tenía sentido para Tsukishima, el por qué de Kageyama para no confiar en nadie y las constantes peleas entre Tobio y Hinata por, literalmente, cualquier cosa.

-Vaya...lo siento padre

-Esta bien, al menos creo que necesitaba contarselo a alguien

-Bueno si, aunque no creo que este sea el caso, quiero decir, Kuroo y Oikawa se ven como excelentes personas 

-Así se veía Kenma hasta que descubrí quien era realmente

-Por favor padre, no cree usted que si fuera el caso, ¿ya hubieran huido con tan solo nuestra presencia? no creo que sean demonios

-Bueno, puede que tenga razón pero, realmente no pienso así, el demonio puede estar a nuestro lado y nunca lo sabríamos

-Pero recuerde que Dios es más poderoso, solo...confié un poco más en las personas

-Bueno, creo que tiene razón - dijo Kageyama regalando una tierna sonrisa hacía Kei

Ambos sacerdotes llegaron al convento, Kageyama se fue a su habitación a pensar en todo lo que le dijo Kei, ¿realmente debería confiar en su instinto de exorcista o sólo es su mente paranoica que no le deja ver más haya?. Esa pregunta no lo dejaba tranquilo, aunque al menos podía confiarle un secreto a una persona tan buena como Tsukishima ¿no? eso ya era una ganancia y podía estar más tranquilo, pues se había quitado un gran peso de encima.

Mientras tanto en la mansión de Kuroo, ya se encontraba un segundo demonio con él cual armarían sus planes de cómo mantener a Kei y Tobio en despreocupación, al menos por ahora, pues según ellos, la diversión comenzaría ahora.

-Sigo sin creer que el padre Tsukishima sea tan ingenuo, ¿viste que cara puso cuando acepte su ayuda? - dijo Kuroo con una carcajada burlona

-Por supuesto que la vi, ¿también viste la carita de incomodidad de Tobio? vaya que hize un esfuerzo increíble por no tomarlo en ese momento

-Ten cuidado, él es exorcista

-Ya se...pero eso es lo divertido ¿no crees?

-Tal vez, pero recuerda que solo lo quitaras del camino para que yo pueda tener a Kei

-Espero que al menos yo tenga una ganancia con eso, porque no me agrada hacer tu trabajo sucio

-Tienes una ganancia...es ese exorcista, sin embargo tampoco la tengo fácil, sabes el horrible dolor de cabeza que me da solo pisar ese asqueroso convento

-¡Ah no! Ni creas que iré a ese lugar contigo

-¿Quieres al padre Kageyama si o no?

-¡Por supuesto que lo quiero! pero no estoy dispuesto a ir a escuchar una misa

-Pues has un sacrificio por ir, créeme que el alma de ese exorcista valdrá la pena

-Eso espero... - Dijo Oikawa en un puchero

Ambos demonios siguieron burlándose y riéndose de los sacerdotes más queridos de aquel pueblo, y no sólo las burlas se redujeron a ellos, sino a todo el personal de la iglesia incluyendo al obispo y a las monjas de aquel convento en el que, por ahora, reinaba la paz y la armonía.

Aunque Kageyama nunca le daría su confianza tan fácilmente a alguien... ¿Realmente podrá abstenerse de ello cuando esté bajo el hechizo de un demonio? Solo queda a esperar que todo termine bien para él, a pesar de su carácter, tiene un excelente corazón y haría lo que fuera por un amigo, solo que en ésta ocasión no sabremos si este sea el caso.









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