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16 de Enero de 2160.

Planeta Tierra.

...

La nieve cubría el suelo formando una fina capa blanca que Aurora rompía con sus botas al pisar. Este sería, probablemente, el día más importante de su vida. El último torneo de prueba era en unos minutos, y no podía permitirse ninguna clase de distracción. Había entrenado toda su vida para esto, al menos inconscientemente. Había ido al colegio como todos los demás, y sobrevivía aunque no era una alumna destacada. Si quisiera, sería una abogada, contadora, traductora de lenguas intergalácticas, ingeniero o cualquier profesión aburrida, y sería una adulta normal y perfectamente mediocre. "El sueño", siempre había pensado ella con sarcasmo. En múltiples ocasiones se cuestionaba por qué la gente decidía mantenerse en vidas tan monótonas y aburridas, y siempre se encontraba con que la monotonía era la moneda que se mantenía con el tiempo, y les permitía sobrevivir.

Ese futuro no le gustaba en lo más mínimo. A decir verdad, la asustaba muchísimo, preferiría pasar el resto de su vida intentando algo que quedarse estancada sin nunca haberse atrevido. El mayor riesgo era no tomar ninguno, pensó y apretó el abrigo contra su cuerpo mientras caminaba los metros restantes para el estadio donde sería el último torneo de Selección. Hacía muchísimo frío incluso a puertas cerradas, sólo esperaba que los dedos no se le congelaran al jugar.

Al llegar a lo que era la sede del juego, caminó maravillada por los pasillos blanquecinos y, en realidad, algo atemorizantes. Se sentía vigilada en todo momento a su alrededor, a pesar de estar rodeada de un bullicio de gente. Nadie más que los jugadores estaba admitido en aquella área, y había motivos bastante válidos. Frente a ella, se encontraban computadoras de más de cien mil créditos, la más reciente tecnología que inclusive se rumoraba contenían piezas de tecnología extraterrestre. Bastante posible, se atrevía incluso a decir que era seguro al ver la resolución de aquellas pantallas, mejor inclusive que sus propios ojos.
Al pensar eso, se re-acomodó los lentes empujándolos hacia arriba del puente de su nariz. A esa altura, ya había llegado al punto de revisión inicial, así que mostró su identificación a la rubia de lentillas biónicas de la entrada y ella tomó su brazo y colocó un aparato sobre él.

Se escuchó aire siendo disparado y Aurora sintió algo perforarle la piel. Dolió, y bastante, pero se mordió la lengua para no decir nada. Lo único que su mente pudo cavilar en ese momento fue un "maldita sea, tantos créditos en el presupuesto y nos marcan como cerdos".

—Pasa, niña— le dijo la rubia, y ella asintió y cruzó el láser frente a ella, ingresando a los túneles que los llevarían a sus lugares.

La rubia sonrió a medias en su dirección, mirándola de arriba a abajo cuando cruzó el láser.

—A ser sincera, creí que te noquearía— le dijo. Al parecer, los láseres de la entrada emitían energía que, si no eras la persona que la inteligencia artificial tenía registrada en tu identificación, y tu sangre no coincidía, te noqueaba.

Ella no supo qué responder, y antes de que pudiera pensar en algo un cuerpo chocó entonces contra el suyo, empujándola. No logró verle el rostro, éste ni siquiera se molestó en voltear a verla después de haberla golpeado, sólo siguió caminando junto a los demás jugadores. Las manos de la chica temblaban, la situación la hacía sentir nerviosa por sí misma, no necesitaba a otros jugadores con esas actitudes. No quería sobre pensar el asunto, pero era inevitable para ella al tener pensamientos intrusivos y culparse la mayor parte del tiempo. Al final, sacudió la cabeza tratando de ahuyentar cualquier pensamiento que la hiciese sentir aún más ansiosa, y continuó caminando hacia adelante.

El último torneo siempre se llevaba a cabo con cien jugadores exactamente, de los cuales sólo trece calificaban al torneo. Cien jugadores, de todas las edades y múltiples nacionalidades, todos extremadamente ágiles y excelentes jugando Infinity, ¿cómo se suponía que iba a vencer a todos aquellos, o al menos, a ochenta y siete de ellos? De nuevo, la ansiedad se elevó en su interior. No podía evitarlo, le venía natural, sólo los trece mejores serían seleccionados para el torneo y los demás serían enviados a casa con la anécdota de casi haber cumplido el mayor sueño de todos. Se aferraba con el alma a no ser parte de esos ochenta y siete.

InfinityTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon