8

2.2K 177 70
                                    

—¿Marcela? ¿Quién es Marcela?—indagó, mientras yo no podía despegar mi mirada de la pelirroja. Volteó para ver a quien tanto observaba.

—¿La conoces?—volvió a hablar.

—¿Qué? No, solo se parecía a alguien, pero no es importante.

—Pues como la mirabas parecía lo contrario, creo que hasta se te iluminó la mirada. ¿Segura que no la conoces?—No sé porque debe ser tan curiosa.

—Ya te dije que...

—Hola, tanto tiempo sin verte—Escuché la voz de Marcela. ¡Mierda! ¿Por qué ahora?
Los ojos acusadores de Alejandra me estremecieron. He quedado como una mentirosa.

—Ah, hola, Marcela, no te reconocí de lejos—Tenía que justificarme de alguna manera.

—Lo siento, si interrumpí, pero me alegra volver a verte, después de que nuestro único encuentro no fue el mejor—Justo ahora debía sacar a relucir ese incidente en el club.

—No fue nada. Te presento a Alejandra Santander, una amiga de muchos años.

Alejandra se puso de pie inmediatamente. Dándole un beso en la mejilla.

—Gusto en conocerte, Marcela. ¿Te apetece sentarte con nosotras?—Que diga que no, es lo único que pensaba, sería incómodo tener a estas dos mujeres juntas.

—Me gustaría, pero solo vine por un momento a ver que marchara todo bien en el local—se disculpó.

—¿Este lugar es tuyo?—pregunté desconcertada. Nunca la vi en todo el tiempo que he venido.

—Era de mi padre, pero hace poco tomé las riendas del lugar. ¿Les gustó la atención, las bebidas? —Se interesó en saber.

—El café exquisito y las donas de maravilla. Andrea, dijo que es su lugar favorito y ahora el mío también—creo que esa fue información innecesaria.

—De verdad ¿te gusta?—los ojos de Marcela se posaron en mí, con una radiante sonrisa.

—Llevo bastantes meses viniendo, y es verdad, me encanta todo.

Hasta la dueña

Escuché un susurro por parte de Alejandra. La miré con los ojos entrecerrados esperando que la pelirroja no haya escuchado ese disparate.

—Me encanta que sea así. Ahora sí me marcho. No se preocupen por pagar, la casa invita esta vez.
Me alegra volver a verte Andrea. Que tengan buen día— Y así se marchó, dejándome un poco embobada por su simpatía.

—Para no ser nadie, tienes una cara de embobada que no puedes con ella—fastidió Alejandra, tomando lo último de café que le quedaba.

—No digas tonterías, Ale. Te digo la verdad, la vi solo una vez. Fue en su despedida de soltera, la organizaron en mi club.

—Ah, es casada. Te gustan las chicas difíciles—No sé si es por el café, pero andaba despabilada.

—La cafeína te afecta definitivamente—suspire

—Es broma mujer. Pero no me cabe la menor duda que aunque sea casada, la forma en que te mirada había rastro de cariño o algo parecido.

—Quizás agradecimiento. Ese día se emborrachó y me tocó ayudarla

—Ayudarla... ¿sexualmente?

—¿Qué? ¡No! No volverás a tomar café, no te hace para nada bien. La ayudé ir al baño—su mirada sugerente me llevó a saber que entendió mal.

—Antes que hables. En su estado no sabía ni cómo llegar al baño, la llevé hizo sus necesidades y nada más. Yo me fui a mi casa.

Fin del asunto.

—Por qué tan a la defensiva, relájate un poco. Solo quería bromear, pero aunque digas que no te afecta, siento que te afecta—Volvía al mismo tema.

—No, no hubo nada entre nosotros, y nunca lo habrá.

—Pero lo quisieras.

—Sí. Digo no, jamás. No me meto con mujeres casadas—Hablé dignamente. Mientras ella me miraba con el ceño fruncido.

—Lo hacía por trabajo, Alejandra. Es muy diferente ahora. No me metería entre una relación.

—Te entiendo, es razonable tu postura. Pero por tu reacción tu cuerpo no piensa lo mismo.

—El café te hace ver alucinaciones. A mí siempre me ha gustado una sola mujer y lo sabes—hablé bajito, llevándome un pedazo de dona a la boca.
Simplemente asintió. Solo de esa manera podía cortar aquella conversación.

—Creo que debo irme. Tengo asuntos que resolver en la empresa.

—Sí, yo también—Era tiempo de volver a la realidad.

—Pero no te librarás de mí —Tomó mi celular que estaba en la mesa, y guardó su número.

Vi como agendó su número

—¿Ale? así tan simple. Esperaba algo como, sugar mommy—Bromee, debía borrar la tensión por mi comentario anterior.

—¡Oye! que no soy tan mayor. Además tú también estás en edad de ser una. Treintona—se bufo de mí.

—Como digas. Cuarentona—soltamos la carcajada, parecíamos dos niñas peleando.

—Creo que nos afectó a las dos la cafeína.

—Sin duda. Te acompaño hasta el club, igual debo recoger mi auto.

Nos decidíamos a salir hasta que la mesera detuvo nuestro paso.

—Disculpe, la jefa dejó esto para usted—Vi como extendió un pequeño papel hacia a mí. Lo tome con un poco de duda y agradecí.
Saliendo con Alejandra del lugar.

—Por qué no abres ya el papel—insto la pelinegra.

—Lo haré cuando esté a solas—mencione.

—Cuanto misterio. De seguro es su número, quizás le dio vergüenza dártelo porque estaba yo.

—Siempre sacando conclusiones adelantadas— acusé

—Si lo abres sabremos si me equivoco o no—Golpeó mi hombro. No se iba a detener hasta saber lo que contenía el papel.

—Está bien, chismosa. Lo haré— Tomé el papel y lo desdoble.
Efectivamente era un número de teléfono.

—Ves, te lo dije. Está interesada en ti—Hablaba orgullosa porque sus sospechas fueron ciertas. Y a mí me sabía mal darme cuenta que no tenía ni un atisbo de celos al saber que alguien estaba interesada en mí.

Con un poco de desilusión y coraje, bote el papel al suelo.

—Pero ¿qué haces?—Se agachó para recoger el papel—No se bota la basura en la calle.

Lo metió en el bolsillo de mi pantalón.

—Cuando tengas un tacho cerca lo botas, sin antes  guardar su número.

—Es casada, me parece mal lo que hace.

—Tal vez solo quiere ser tu amiga. Date la oportunidad, no te encierres. Una amiga más no te vendría mal—Amiga, amiga. Estaba odiando esa palabra.

—Tienes razón —mencione con falso entusiasmo—Te llamaré uno de estos días para salir nuevamente.

—Por supuesto. Debemos recuperar todo este tiempo separadas.

—Sí—La forma que me gustaría recuperar, es muy distinta a la que ella debe estar pensando. Pero eso solo quedará en mi mente.

—Cuídate—Me dio un beso en la mejilla y se marchó.
Llevé mis manos a los bolsillos del pantalón tocando el papel que guardó Ale en el.

¿Debería llamarla? No, es una locura.
O tal vez...

Capítulo nuevo para mis lectoras hermosas, preciosas y o u, bellas

¿Creen que Andrea siente algo por la pelirroja?

Espero lo disfruten. Hasta pronto

Siempre fuiste túWhere stories live. Discover now