El amor nunca es ideal

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Básicamente hacía lo mismo que cuando estaba a cargo de Zoe. Casi. Me encargaba del papeleo, asuntos burocráticos, de administrar suministros, asistía a reuniones, coordinaba subordinados, colaborada en planes de reconstrucción de las ciudades afectadas y poco a poco fuimos levantando de los destrozos a Paradis; también, aunque ahora era yo quien hacía los informes, de igual modo recibía otros de mis compañeros sobrevivientes, los revisaba y presentaba ante el Supremo Comandante Shadis. Él al ser el único en la línea con la suficiente experiencia adquirió el título que antes ostentaba Zackly.

Fueron semanas extenuantes, largos días, horas incansables de reconstrucción, pero el día de hoy por fin un setenta por ciento ya estaba hecho. Acepté colaborar hasta este punto porque yo también quería continuar con mi vida, si me quedaba hasta el final, probablemente esto se alargaría, continuarían incluyéndome en más y más proyectos que sabía se tenían en mente para la nueva forma de gobierno. Historia seguía en el trono, pero las divisiones como la Guarnición, la Policía Militar y la Legión serían reformadas. Probablemente disueltas, y se crearían nuevas y adaptadas a la nueva realidad sin titanes.

Honestamente, no quería formar parte de lo que sería el nuevo cuerpo de militares, o lo que sea.

Estaba harto de perder a mis compañeros, y aunque sé que probablemente aquellas cruentas y horribles formas de morir no volverían a repetirse, tampoco quería seguir ligando mi vida al ejército.

No lo necesitaba. Es decir, no necesitaba un trabajo, mi anterior vida de soldado me había remunerado bastante bien. Poseía mis ahorros desde que ingresé la Legión, más mis ingresos como líder de escuadrón, y ahora que todo había terminado y yo era héroe de guerra, se me otorgaría a mí y mis compañeros una fuerte pensión o  la posibilidad de elegir un inmueble.

Aún no me decidía, la pensión de por vida era tentador, pero fastidiaba que sería a plazos. Adquirir una casa en una buena zona es caro, y cuesta más si es una sola persona quien la mantiene. Quizá si estuviera casado y tuviera una familia sería menos difícil elegir.

Por mí mismo no me convendría tomar la opción de la casa.

Por eso debía apresurarme en conquistar a Mikasa, juntos podríamos solventarnos bastante bien, ella podía decantarse por la vivienda mientras que yo optaría por la pensión. Y listo, juntos para siempre. Un final feliz, equilibrio perfecto entre los dos.

Un sueño hecho realidad.

Pero lo que no sabía es que los sueños no siempre se hacen realidad.

...

Llegué a mi actual domicilio, un hostal reformado especialmente para ex soldados sin dónde ir temporalmente como yo, la idea fue ambientarlo para que fuera de un tipo modernamente llamado casa-habitación. No era muy grande, pero poseía lo suficiente.  Era de los pocos edificios que la habían librado de derruirse en ese sector, al ser una potente necesidad, el casero ofreció voluntariamente cobrar menor cantidad para tipos como yo, en mi situación.

Si bien yo poseía un hogar en Trost donde mi madre esperaba por mí, mis anteriores deberes no me permitían moverme de mi posición por largos periodos, por lo que me vi en la necesidad de "alquilar" una habitación por tiempo indefinido. Sin embargo esto no era tan malo como parecía al principio, pues Mikasa se había quedado aquí también, no solo en la ciudad sino en el mismo edificio.

Aquella coincidencia entre ambos me cayó como anillo al dedo y no hizo más que reafirmarme que quizá estábamos destinados a ser.

Suspiré tranquilo, las cosas por fin estaban cayendo en su lugar ideal.

El amor surgiría pronto.

Toqué a la puerta correspondiente a ella, quien no me privó mucho tiempo de volver a ver su carita de porcelana.

El amor nunca es ideal Where stories live. Discover now