Capítulo Unico

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Y tal como acordaron, el azabache fue el primero en ingresar. Sett pudo ver como su alta y delgada silueta se fue fundiendo en la oscuridad de la cueva, sólo le quedó esperar que llegara su turno.

Aphelios podía sentir una mirada sobre él, las flores surgían de todos los lados de la cueva, enredando sus gajos en los tallos de los árboles. La luz era tenue, habían flores exóticas que nunca antes había visto y aromas mezclados entre lo dulce y lo amargo, entre lo suave y fuerte. A pesar de nunca haber entrado a ese lugar antes, en algo le resultaba familiar.

Supo que había alcanzado el punto máximo de la cueva cuando un haz de luz le cegó la vista, con la palma de su mano se hizo algo de sombra y pudo visualizar a una anciana de cabello plateado y arrugada piel. De ella emergian más flores, todas tan exóticas como las que había logrado ver durante su recorrido.

Como señal de respeto, se inclinó un poco y se aclaró la garganta antes de hablar:

—Ighilya... —Bisabuela, se refirió a ella, tal cual como había leído de un antiguo libro con Sett—. Mi nombres es..-

—Aphelios —Respondió la anciana con una minuciosa sonrisa, no poseía el don de leer mentes pero sí de sentir auras, él mismo ya se había presentado en ocasiones anteriores con la misma petición—. Puedo saber porque estás aquí... Deseas absolución, olvidar algo que consideras indecoroso, que de alguna manera traiciona a tus creencias.

Aphelios, obediente a su viva imagen, asintió con la cabeza sin sostener la mirada sintiendose avergonzado.

—¿Estás seguro? No podrás recordarlo nunca más.

Nuevamente, sólo asintió.

La anciana se ahorró un bufido, pero era su deber y su hambriento jardín no podía dar espera. Un vid de lirios nevados se abrió camino hasta su mano extendida a la pared.

—Ven —Indicó y Aphelios se acercó con cierta ímpetu—. Te sentirás incompleto, no podrás recuperar estos recuerdos, ¿aun así lo deseas?

Por tercera vez, asintió, pero flanqueado en el proceso, en sus ojos se podía ver el aferró a sus recuerdos. La mujer tomó su mano enguantelada y puso la flor sobre ésta, estrechandola.

—Da tu aliento a esta flor mientras piensas en los recuerdos de los que deseas deshacerte. La flor los consumirá.

Tal como le fue instruido, inhaló profundo y regaló su aliento a la flor, recordando aquellas noches que había pasado con Sett.

Lo conoció por casualidad en el bosque de Jonia, y fue la misma casualidad que los hizo reencontrarse en las arenas de Sett.

Había luchado con sus armas y ganado todas sus batallas, pero cuando reclamó el botín de oro, fue llevado con el Jefe a causa de petición del mismo.

Desde la primera vez que lo vió sintió que algo en su interior se removia, que algo cobraba sentido, como si su vida quisiera tomar un nuevo rumbo con solo ver aquellos ojos ambar, pues en ese preciso instante, cuando se percató quién era el jefe de la arena, un sin fin de emociones volvieron a surgir de su interior.

Había empezado en una charla de negocios, sus habilidades eran admirables y darían un toque innovador y más profesional a la arena, pero luego de rechazar amablemente la oferta mediante señas -el veneno que había ingerido antes de la pelea aún tenia sus efectos sobre él-, se levantó del enorme sillón para marcharse y seguir con su viaje, aunque en el fondo podía sentir como algo en su interior le pedía quedarse con el hombre bestia.

El Jardín del olvido || SettphelTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang