Real

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Hermione estaba impactada, asombrada, no podía apartar su mirada del atractivo joven que estaba delante de ella.

Tom sonrió lleno de arrogancia, hasta la ratona de Biblioteca se había quedado deslumbrada con su belleza.

— ¿Cómo...?— finalmente dijo Hermione, no soportando la curiosidad.

Tom rodó los ojos

— Se nota no soportas no saber algo...«Insufrible sabelotodo»— murmuro por lo bajo, tomando asiento en uno de los sofás para cruzar las piernas.

Hermione frunció el ceño, bufando tomo asiento en otro sofá.

— Quiero respuestas— dijo demandante—. ¿Cómo es que estás aquí... conmigo?

— Es real, Granger. A menos que te estes volviendo loca, lo cuál— la observo de arriba a bajo—...creo posible.

Hermione frunció el ceño, enojada iba a seguir reclamando pero Tom la silencio con un movimiento.

— ¡Demonios, llevo casi un siglo encerrado en ese diario y no me dejas disfrutar ni aunque sea dos segundos en paz!— se exaltó ocasionado que su respiración se volviera agitada—. Solo...¡Merlín!— exclamó doblándose de dolor.

Hermione se puso de pie de un brinco para socorrer al muchacho.

— ¡¿Que te sucede?!

Pero Tom no podía hablar, su cuerpo estaba ardiendo y su respiración era agitada, además de que sus huesos dolían demasiado.

— Es...es el precio— logro articular el pelinegro.

— ¡¿El precio?!— cuestionó la castaña, estaba al borde de la desesperación.

Tom gimió de dolor.

— El precio de estar vivo.

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Gritos de dolor se oían en el lugar, piedad era lo único que exigían las voces, aunque eso era lo que jamás obtendrían ya que estaban condenados al sufrimiento eterno en las llamas del Infierno.

— No...no puedo más... termina conmigo de una buena vez— suplicó  un susurró inaudible el hombre, demacrado y sin rastro de vida en sus opacos ojos, adornados por unas horribles ojeras.

La otra persona, causante del dolor y sufrimiento, solo soltó una fuerte carcajada.

— ¿Crees que sederé ante una petición tuya?— cuestionó duramente—. Nunca lo hago, y está no será la excepción.

Otro grito se oyó, están vez más lastimero que el anterior. Hilos de sangre caigan por la espalda del hombre. Cuando se harto de la tortura hizo que unos sirvientes vinieran para llevárselo. Antes se acercó hasta él y se agachó a su altura para observar mejor su rostro.

— Esto sucede por tu maldita incompetencia — le dió una patada en el estómago—. ¡Sabías que si ella lograba sacar lo bueno de él, pronto saldría de su cautiverio!...¿Tan difícil era destruir el maldito diario?

El hombre sollozó.

— Lo siento. No creí que la chica lo encontraría. Pensé que solo era una sangre sucia...— admitió avergonzado.

Lo ojos del verdugo se encendieron en llamas.

— ¡No pedí que pensarás, solo que actuaras!¡Y esa “sangre sucia” es mucho más competente que tú, pedazo de mierda! — tomo un cuchillo y lo clavo en la pierna del hombre—. Quiero resultados. Si no los veo, juro matar a cada miembro de tu familia y tu lo verás en primera fila, luego si se me da la gana, te mataré a ti. ¿Entendido?

El hombre asintió repetidas veces, aguantado el dolor.

Complacido por la sumisión, sonrío, maquiavélico.

— Me perteneces. Recuérdalo. Debiste a verlo pensado mejor antes de aceptar mi oferta, querido amigo.

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Hermione observaba con atención cada rasgo del muchacho que descansaba en la cama.

Su respiración era lenta y tranquila. Le había dado un fuerte susto, mucho más al no saber que hacer, lo cuál no era muy común en ella.

¿Primero había pensado en llevarlo a la enfermería pero que iba a decir?

«Buenas noches, este tipo es Tom Riddle, básicamente Lord Voldemort, ¿Podría decirme que es lo que tiene?»

Patético.

Así que decidió que era mejor atenderlo ella misma, había logrado que luego de dos horas la fiebre abandonará el cuerpo del chico y le había administrado unos tranquilizantes, gracias a un libro de medicina mágica y un poco de ayuda muggle.

Ahora estaba más tranquila y se sentía genial como Tom reposaba tan tranquilo. Sin pensarlo mucho acarició su cabello, era muy suave, a diferencia del de ella que debía usar muchas pociones para que por lo menos estuviese decente.

— Sigue...— murmuró Tom.

Hermione retiro la mano rápidamente.

— ¿Que qué?

— Sigue con lo que estabas haciendo— ordenó querido volver a sentir sus suaves manos acariciando su cabello y cuero cabelludo.

Hermione algo aturdida se sentó mejor en el borde de la cama y nuevamente comenzó a acariciar el cabello del chico.

— Esto es raro...— soltó de repente Hermione.

— ¿Raro?— quiso saber Tom con los ojos cerrados.

— Si, el que estés aquí ya lo es completamente. ¿No deberíamos estar en medio de un duelo tu y yo? Pero sin embargo estoy acariciando tu cabello y no te has apartado del asco solo por el mínimo contacto. Es raro.

Tom se incorporó en la cama, a pesar de no estar completamente bien, comenzó a decir con voz tranquila y sin una pizca de maldad:

— Raro es que sigas pensando que debería odiarte solo por tu estatus de sangre. Si, puede que solo seas una sangre sucia como todos dicen, pero tú eres La Sangre Sucia.

«Mi sangre sucia»

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Holaaaa!!!

Tanto tiempo...

Espero que les haya  gustado el capitulo. No se olviden de comentar que les pareció. L@s quiero mucho. Cuídense y nos leemos pronto.

XXX

El Diario de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora