La caja

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Harry y Hermione se aparecieron en San Mungo, para sorpresa de esta última.

— ¿Que hacemos aquí?— preguntó una vez recuperada su voz, luego de ese ataque de pánico y ansiedad.

— Venimos a visitar a un viejo amigo— respondió sin rodeos el azabache.

Hermione frunció el ceño, pero no dijo nada, solo guardo silencio mientras se mordía las uñas.

Ambos se quedaron de pie durante varios minutos, hasta que un hombre de ropa blanca los guío por pasillos y puertas hasta el área psiquiátrica de San Mungo.

Harry mantenía una actitud calmada al atravesar esa sala llena de gritos y lamentos, más Hermione se tapaba los oídos en un intento por no escuchar a esas personas, inclusive un paciente con chaleco de fuerza hizo un movimiento brusco por acercarse a ella, pero dos guardias se lo impidieron con un simple hechizo tranquilizante.

La castaña movió más rápido sus piernas para ir a la par de su amigo.

— ¿Qué me quieres mostrar?—le preguntó con impaciencia mientras miraba a todos lados con paranoia, su cabeza aún dolía—. Quiero irme a un lugar tranquilo, Harry. ¿Podemos irnos ya?

El nombrado la fulminó con la mirada.

— Aún falta— respondió con hostilidad, pero al darse cuenta cambio su tono—. Ya estamos cerca, Mione...

Hermione no entendía nada por lo que quiso volver sobre sus pasos, pero el brazo de Harry la retuvo con fuerza, haciéndole daño.

— Basta, Harry. Ya te dije que quiero irme, estoy muy cansada, solo deseo pensar con claridad y...— volver con Tom— dormir.

La mano del azabache presionaba con fuerza el brazo de la castaña y la observaba con profunda rabia, como si deseara arracanarle el brazo por completo, Hermione lo miro fijamente como suplicando que la dejara ir, pero tuvo que apartar la mirada, pues no encontró nada bueno en esa mirada verde que por tantos años le había servido de consuelo.

Harry volviendo en si la soltó como si le quemara tocarla.

— Lo siento, no se que me pasa, Hermione...— suspiró—, últimamente me siento muy fuera de mí, como si mi espíritu volará lejos y nada quedará en mi cuerpo, solo un muerto en vida que divaga y divada...¡Oh, mirá!— exclamó al ver una puerta blanca, pero está era la única que no tenía número.

El hombre que los guiaba dijo un hechizo y la puerta se abrió sin problema, por lo que Harry y Hermione ingresaron algo vacilantes.

Adentro estaba oscuro, o al menos eso parecía hasta que Harry murmuro un Lomus Máxima.

Hermione contuvo el aliento, era una cueva con inscripciones raras y dibujos sangrientos.

Las inscripciones eran palabras pero en otra lengua, tal vez latín, hebreo o griego.

Harry acarició las paredes con las manos temblorosas y pronto cayó de rodillas.

Hermione corrió hacia él, preocupada lo envolvió en un abrazo.

Su amigo estaba llorando y soltaba gritos de lamentos que le partieron el corazón.

— Tenía que hacerlo, era la única opción...— golpeó el suelo logrando que sangran sus nudillos—. ¡Pero duele mucho!— lágrimas gruesas surcaron su rostro empañando sus lentes.

— ¿Que sucede, Harry?— cuestionó Hermione muy preocupada—. ¿Cómo puedo ayudarte?— los ojos de ella le picaban.

Esas palabras hicieron que las lágrimas de Harry cayeran con mucha fuerza y su corazón doliera.

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⏰ Last updated: Oct 02, 2021 ⏰

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El Diario de Tom RiddleWhere stories live. Discover now