Capítulo seis.

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Harry.

Siempre he pensado en la cura con distracción. No me refería a una distracción sexual, sino, a una madura. Como leer un libro o viajar a través de la red; aunque la distracción sexual sea un punto débil para mí, debía de dejar aquel despiste para comportarme como una persona adulta.

La pregunta que me hacía en los momentos incómodos era: ¿Mis piernas realmente se están deslizando alrededor del inodoro? Era algo cómico a mí decir, pero era obligatorio hacerlo todos los días. Pero no justamente intentando llamar a la chica que más me gustaba mientras estaba desechando en el sanitario.

Camyl, como de costumbre, había ignorado las llamadas y mensajes que le había marcado. Incluso llegué a pensar que el número que Zayn me dictó era una artimaña, pero lo descarté cuando me contó que su novia, una buena amiga de Camyl, se lo había pronunciado.

El aire escapó de mis pulmones en cuanto escuché la respiración pesada de la que suponía ser Camyl del otro lado de la línea.

— ¿Qué quieres? —me espetó sin delicadeza.

Puse los ojos en blanco.

— Ni siquiera sabes si soy yo.

— Lo sé ahora —ella volvió a discutir con astucia.

— ¿Cómo lo haces? —le interrogué, pensando en que si la distraía, probablemente se quede en el teléfono un momento más.

— ¿Cómo hago qué? —se hizo la tonta.

— Descubrir que soy yo —le respondí, confundido.

— Bueno, Harry... —ella habló lentamente—, sé que Candice te ha dado mi número.

Humedecí mis labios, manejando a mi lengua para que toque el inferior.

— Esa no es una respuesta concreta —manifesté.

— Supe que eres tú porque…—ella pausó, pareciendo nerviosa y súbitamente, oí un jalón mezclado en un fuerte ruido—. ¡Mamá! ¡Por favor!

Contuve la respiración instantáneamente antes de que su flamante voz vuelva a sonar por el teléfono.

— Lo siento, ya te expliqué —me dijo, dura.

— Oh, entonces, ¿qué haces ahora mismo?  —curioseé, intentando mantenerla en la línea.

— Nada, yo sólo… —respiró—, yo sólo estoy en casa, ¿y tú?

Sonreí alegremente al saber que la había inducido hasta mi plan. Pero luego fui consciente de que estaba desnudo en un lugar imprudente. Mis piernas acomodadas a un lado de la porcelana y mi trasero adaptado en el ovalo del retrete. La mudez que me dejaron mis actos fue deslumbrante que hasta tuve vergüenza de mí mismo por haber hecho aquello sin tener remordimientos.

¿A cuántas personas les había pasado lo mismo una vez? Y sólo habrían respondido con un simple ‘Nada.’  Me era repulsivo hablar con ella de esta manera.

— Nada —repliqué.

— Ya sabes lo que dicen —soltó agudamente—, si dices nada es porque la conversación se ha acabado.

— No he escuchado eso —comenté entre risas.

— Por eso mismo —alegó con rapidez.

El pitido retumbó punzantemente en mi oído, dejándome sensaciones de molestos espasmos. Me levanté de la taza y tiré de la válvula luego de limpiarme, recordándome la conversación que había tenido con Camyl y en la fui altanero por mi posición. El desasosiego empezó embriagarme a medida de que pensaba más sobre aquella situación descarada y desvergonzada que tuve en la coyuntura.

One Direction's Coffee.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora