Capítulo tres.

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Harry.

Pude observarla inclinada en una fuente de agua mientras sorbía un capuchino a medida de los minutos. Alcé las cejas, sin preocuparme de que nadie me viera y me acerqué con lentitud por detrás, sintiendo los pasos de mi guardaespaldas tras de mí. Puse los ojos en blanco al darme cuenta de que él seguía posterior a mí y en cualquier momento Camyl se giraría e iba a lanzarme su capuchino debido a que me odiaba.

— ¿Puedes salir? —le siseé, frunciendo la comisura de mis ojos.

Su rostro se arrugó.

— No —me respondió, absorto en la confusión.

— Vamos, te daré un aumento —le prometí ayudándome con los gestos en las manos.

— ¿Y si una fan llega a reconocerlo? —riñó severamente.

— Estoy irreconocible —contesté frívolamente.

— Vale —él atacó con sarcasmo.

— Puedes irte… Disculpa, ¿cuál era tu nombre? —contraataqué.

Sus ojos se ampliaron una vez que sentí un frío y fuerte golpe en la cabeza. Gruñí al darme cuenta de que una persona había golpeado contra mi cabeza una roca desde lejos. Toqué mi cabello entretanto me volteaba para descubrir al agresivo que había tenido tal osadía de lanzarme una roca.

Camyl.

— ¡Camyl! —exclamé, encaminándome hacia ella. De pronto, recordé a mi guardaespaldas—. ¡Mick fuera de aquí!

— Señor, le recuerdo que usted no sabía mi nombre —se mofó de mí.

— Mis fans me descubrirán así que usted tiene que irse —le reproché, analizando la sonrisa plasmada en el rostro de Camyl.

— Es mi deber cuidarle —argumentó.

— Es mi deber decirte qué hacer —repliqué, haciendo acopio de fuerzas en no arremeter contra Camyl.

— Hablaré con su manager y veremos qué hacer —alegó, sacando su teléfono de su bolsillo trasero.

— ¿No quieres si quiera un aumento? —insistí.

Su mano se congeló y se hundió de hombros, resignándose.

— Estaré vigilándole de allá y grite si alguna fan quiere dañarle —acotó amablemente.

— Lo haré —aseguré, despidiéndole con la mano.

Mick tomó asiento un poco lejos de mí y para eso, su postura ya se iba haciendo nublosa para mis ojos. Conservé la calma antes de acercarme a Camyl, quien no parecía dispuesta a abandonar la curva de sus labios.

— ¿Cómo me reconociste? —le pregunté al estar en cercanía.

— La pregunta sería —empezó a corregir —, ¿cómo no reconocer al violador de primaria?

— ¿Podrías superarlo? —me burlé con una risilla y sus ojos se tornaron en un extraño brillo.

— Me diste mi primer beso y no quería que fueras tú —me agredió verbalmente.

— Oh, lo siento, no recordaba que eras una romántica empedernida a esa edad —volví a burlarme con ironía.

One Direction's Coffee.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora