X Una promesa que jamás se olvidará

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Los enanos de Erebor y de Colinas de Hierro comienzan la travesía hacia sus hogares, ya nada tenían que hacer en Khazad-dûm. Dain aconsejó al rey Thráin que no entrara al reino abandonado, debido a que no solo esa casa era habitada por orcos y trasgos, sino también por algo más que Dain no mencionó pero que al recordarlo su piel se le erizaba. Thorin en secreto le preguntó a Eurielle sobre el paso en los adentros de Moria, pero no hubo mucha información, ella no vio nada ni escuchó, lo mas seguro es que Dain junto a un grupo de acorazados enanos se atrasaron en el camino hacia la entrada principal topándose con algo más que solo oscuridad y que por dicha, dormía.

El rey Thráin no dijo mas ni habló sobre eso, aún la muerte de su hijo lo tenía bastante fuera de sí.

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—Thorin!!! — llama el príncipe Thrain a su hijo, buscándolo en las cámaras de oro donde siempre le gustaba estar, debido a los brillantes y cesantes luces que algunas piedras despedían. Thorin, apenas tenía cinco años de edad, un bebé para los ojos humanos, pero para el reino de los enanos, era un niño travieso y escurridizo —. Thorin! ¡Tu hermano ha nacido! —agrega, haciendo que Thorin, el príncipe heredero de Erebor, saliera de una carreta la cual estaba llena de oro asomando su pequeña cabecita oscura y dejando ver unos ojos del mismo color que los de su padre.

—Mi hermano? —contesta una tierna voz dentro de las piedras doradas, Thrain se acerca a él sonriéndole tiernamente, sacándolo de ahí y limpiándole suavemente las mejillas, ya que estaban muy sucias llenas de polvo.

—Vas a ir a conocerlo? —pregunta el príncipe, el niño asiente y sale corriendo esquivando a los que trabajaban llevándose gritos y regaños de su padre, pero él, no hizo caso.

Una pequeña manchita iba corriendo a toda velocidad por los pasillos majestuosos de Erebor, muchos enanos abrían paso para el heredero, otros lo saludaban y lo trataban de detener, pero era imposible. Guardias reales solamente se instaban en verlo correr, algunos le hacían una pequeña reverencia otros solamente lo veían pasar con los ojos bien abiertos, asustados de que se cayera o resbalara, pero el pequeño enano sabía de memoria -a esa corta edad- los pasillos de todo Erebor. Ya que desde muy temprana edad huía de su padre para conocer mas a fondo el reino, ya que Erebor es una montaña enorme por dentro y sus pasillos, muchos de ellos, se desaparecían en la oscuridad de sus profundidades.

Thorin II, corre ahora pesadamente, muy cansado avanza hacia la habitación de su padre y madre, al llegar se encuentra que dos enanas salen de la habitación cerrando la puerta detrás de ellas. Las enanas detienen su paso al ver al príncipe heredero verlas con atención, sin saber porqué ellas estaban ahí.

—Príncipe... —dice una haciendo reverencia la otra le sigue —¿anda solo?

—Siempre anda solo! —contesta Balin llegando con una sonrisa de oreja a oreja al ver al pequeño enano mirarlo seriamente — Así que... vienes a ver a tu hermano? —le pregunta poniéndose de cuclillas, Thorin asiente enérgicamente —. Bien, vas a tener que cumplir algunas reglas... —le dice mirándolo severamente, pero conteniendo una sonrisa —. Vas a tener que entrar sin hacer ruidos, tu madre y hermano duermen y tu madre esta muy cansada, ahora hay que mimarla hasta que recobre sus energías.

—Pero estará bien? —pregunta el pequeño, Balin asiente sonriéndole. Seguido se levanta y hace que Thorin le acompañe hacia la puerta de la habitación donde se encuentra la princesa y el nuevo príncipe de Erebor.

Balin abre la puerta lentamente y se hace a un lado para que Thorin entre. El pequeño avanza lentamente sin hacer ruidos, al llegar a la cama donde su madre dormía se encuentra con un pequeño bulto arropado con muchas telas finas y de color vino. Thorin se sube a la cama sin incomodar a su madre, ni mucho menos despertarla. El pequeño enano se estira para ver mejor a su hermano, topándose con la mirada del bebé, el cual estaba jugueteando con sus manos, pero al ver al extraño detiene sus manitas para concentrarse en observar al enano que está ahí presente y casi encima de él. Con sus ojos color ámbar lo mira con detenimiento, mientras Thorin sonríe. Esta expresión, Frerin, la aprende rápidamente y comienza a sonreír junto a su hermano.

El Canto de Durin (Thorin Escudo De Roble)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora