—¡Ella es la novia, inepta! ¡¿Crees que tiene el tiempo para esperar solo porque tú no eres lo suficientemente competente para buscar su cita en la base de datos?!

Estoy por protestar, pero una voz chillona entra en escena. Hannah.

—¡Grace, querida! ¿Sucede algo? ¿Por qué no entras?

—La señorita dice que no tengo cita, a pesar de que le he dado mi nombre y de que mi amiga le ha dicho que soy la novia. Creo que me quedaré sin vestido gracias a ella —reprocho, con ligera venganza como motivo.

La chica frente a nosotras ya no luce segura. Ese gesto arrogante y superior ahora ha sido reemplazado por uno tímido, temeroso y luce pequeña.

—L-lo lamento, señora Styles. No encontré su cita y...

—Cállate —la interrumpe—. Dios, qué molesto es oír las excusas de simples empleados como tú. Dejarás pasar a Grace y a su amiga o perderás tu trabajo.

Ella se hace un lado y balbucea una disculpa. Charlotte y yo nos acercamos a Hannah. Al pasar a su lado, no puedo evitar sentir, aunque sea un poco de satisfacción y de victoria. Después de todo, relacionarte con familias bien posicionadas puede tener sus ventajas...

—Ya hemos perdido bastante tiempo con ella, vamos Grace, hay que buscar el vestido perfecto —alardea Hannah—. Por cierto, ¿quién es tu preciosa amiga?

—Charlotte Higgins, señora Styles. Amiga de la universidad —recito, recordando la relación que Harry inventó entre ella y yo.

—Un placer —saluda Charlotte acompañado de un cordial gesto que Hannah corresponde.

—¿Vas a casarte? —Hannah observa el anillo que la morena utiliza.

Durante unos momentos, hago todo mi esfuerzo para esconder los repentinos nervios que me han asaltado. Intento disiparlos recordándome a mí misma que ella no sabe absolutamente nada sobre la relación de Charlotte y Harry y que mucho menos sabe que ese anillo se lo dio su hijo.

—¡Oh, no, no, no! Mi novio decidió sellar una promesa con un anillo.

—Me alegra saber que todavía hay parejas jóvenes fieles a sus promesas —expresa la señora. Tiene una mano sobre su pecho y la otra sostiene la mano de Charlotte para apreciar el anillo. Irónico—. Bien, basta de charlas, Grace debe empezar su búsqueda.

Ambas asentimos y comenzamos a caminar detrás de Hannah, quien no deja de parlotear sobre los hermosos vestidos que hay aquí, la tradición familiar de que cada novia viene a esta tienda y, por supuesto, lo caros que son.




Hemos pasado las últimas horas entre gasa, tul, organza y demás tipos de telas que no puedo recordar. El color blanco, mármol e incluso beige ha comenzado a cansarme la vista. Hannah, Gemma, Charlotte y las demás chicas —familiares de los Styles— han ayudado con mi búsqueda que parece interminable. De igual forma, dos mujeres con esa vestimenta negra han venido a intentar ayudarme, pero han fracasado. Hannah culpa los nervios y mi indecisión, pero la verdad es que no encuentro un vestido porque no quiero casarme. Porque nunca fui esa chica que soñara con su boda, no al menos desde la primera vez que sentí el dolor por amor. Desde entonces, boté esas pocas ilusiones que surgieron y ahora, estoy aquí, en medio de la inmensidad de tonalidades blancas, teniendo que elegir uno, aunque sea al azar.

Antes de llegar a este lugar, cuando estábamos en el auto de Harry, él me informó que el señor McCarthy se había ofrecido a pagar el vestido. Dijo, también, que como él forma parte de la «pequeña» mentira y sabía que yo no contaba con el dinero, quería ayudar. Es, de la misma forma, la razón por la que no puedo elegir. No me siento con el derecho de gastar dinero que no es mío y que no me corresponde usar.

Broken Hearts |HS|Where stories live. Discover now