capítulo 9.

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Pov ______.

No es una buena noche.

La trampilla hacia el ático está en el armario que comparto con mi hermana.

Después de mandarle un mensaje de buenas noches a Billie, subo los tres estantes —los cuales están llenos de telas— y me impulso hacia arriba con los dedos hasta desplazarme a la izquierda. Echo un vistazo sobre el hombro y veo que Claudia no ha levantado la vista de su teléfono. Debe ser normal que yo suba al ático y la deje atrás. Quiero preguntarle si vendrá conmigo, pero fue agotador sólo conseguir que cenara.

«En otra ocasión», pienso.

Averiguaré cómo arreglar las cosas entre nosotras.

No sé por qué, pero mientras atravieso el agujero y entro en un espacio aún más pequeño, me imagino la cara de Billie; su suave piel. Sus labios llenos. Cuántas veces probé su boca y aun así no puedo recordar ni un solo beso.

El aire es cálido y congestionado. Me arrastro de rodillas hacia un montón de almohadas y presiono mi espalda sobre ellas, enderezando las piernas por delante de mí. Hay una linterna encima de una pila de libros. La enciendo, examinando sus lomos; historias que conozco, pero no recuerdo haber leído. Qué extraño es estar hecha de carne, equilibrada sobre hueso, y llena con un alma que nunca has conocido.

Recojo sus libros uno por uno y leo la primera página de cada uno. Quiero saber quién es ella, quién soy yo. Cuando he terminado, encuentro un libro más grande al fondo, encuadernado en un cuero rojo arrugado. Mi primer pensamiento es que he encontrado un diario. Mis manos tiemblan mientras despliego las páginas.

No es un diario. Es un libro de recuerdos. Cartas de Billie.

Lo sé porque ella firma cada una con una B puntiaguda. Y sé que me gusta su escritura, directa y clara. El papel recortado en la cima de cada nota es una foto,supongo que tomadas por ella. Leo detenidamente una nota tras otra. Cartas de amor. Billie está enamorada.

Es hermoso.

Le gusta imaginar una vida conmigo. En una carta, escrita al reverso de una bolsa de papel marrón, detalla la forma en que vamos a pasar la navidad cuando tengamos nuestra propia casa: vasos con sidra de manzana junto al árbol de navidad, masa de galletas cruda que comemos antes de que tener la oportunidad de hornearla. Me dice que quiere hacer el amor conmigo sólo con las velas encendidas para que así pueda ver mi cuerpo brillar a la luz de las velas. El papel fotográfico enganchado a la nota es de un diminuto árbol navideño que parece estar en su dormitorio. Debimos armarlo juntas.

Encuentro otra escrita al reverso de un recibo en la cual detalla lo que siente al estar dentro de mí. Mi cara se pone caliente mientras leo la nota una y otra vez, disfrutando de su lujuria. El papel fotográfico enganchado a ésta es de mi hombro desnudo. Sus fotos son un aporte, al igual que sus palabras. Me quita el aliento, y no estoy segura de si, la parte de mí que no puedo recordar, está enamorada de ella.

Sólo siento curiosidad hacia la chica de pelo oscuro que me mira tan intensamente.

Pongo la nota a un lado, sintiendo que estoy husmeando en la vida de otra persona, y cierro el libro. Esto pertenecía a ______. Yo no soy ella.

Me quedo dormida rodeada por las palabras de Billie, las letras y frases giran alrededor en mi cabeza hasta que...

Una chica se deja caer de rodillas delante de mí.

-Escúchame.--susurra.--No tenemos mucho tiempo...

Pero no la escucho. La empujo y luego se ha ido. Estoy de pie afuera. Hay un fuego ardiendo en un viejo basurero de metal. Froto mis manos para entrar en calor. Desde algún lugar detrás de mí, puedo escuchar un saxofón, pero el sonido se transforma en un grito. Es entonces cuando corro. Corro a través del fuego que había en el bote de basura, pero ahora está en todas partes, lamiendo los edificios a lo largo de la calle. Corro, ahogándome con el humo hasta que veo una tienda con el exterior rosado que está libre de llamas y humo, aunque todo a su alrededor se quema. Es una tienda de curiosidades. Abro la puerta sin pensar, porque es el único lugar seguro de las llamas. Billie está allí, esperándome. Me conduce más allá de los huesos, libros y botellas, y me lleva a un cuarto trasero. Una mujer está sentada en un trono hecho de espejos rotos, mirándome con una leve sonrisa en sus labios. Los pedazos de espejo reflejan los haces de luz en las paredes donde se agitan y bailan. Me giro para mirar a Billie, para preguntarle dónde estamos, pero se ha ido.

Jamais, jamais (I)Where stories live. Discover now