capítulo 6.

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Pov Billie.

No puedo decir si regreso porque me siento protectora o posesiva. 

De cualquier manera, no me gusta la idea de ella con alguien más. Esto me hace preguntarme quién es esta chica, Ariana, y por qué piensa que es correcto enviarle mensajes de texto coqueteando cuando obviamente ______ y yo estamos juntas.

Mi mano izquierda todavía agarra el teléfono cuando vuelve a sonar. No hay ningún número en la pantalla. Solo la palabra "hermano." Deslizo el dedo a través de ella y contesto.

-¿Hola?

-¿Dónde diablos estás?

Es la voz de un hombre. Una voz que se parece mucho a la mía pero más grave. Miro hacia la izquierda y derecha, pero no hay nada familiar en la intersección que atravieso.

-Estoy en mi auto.

Se queja.

-No me digas. Si sigues faltando a las prácticas, te pondrán en el banquillo.

La Billie de ayer probablemente se habría enojado por esto. La Billie de hoy se siente aliviada.

-¿Qué día es hoy?

-Miércoles. Un día antes de mañana, un día después de ayer. Ven a recogerme, la práctica terminó.

¿Por qué no tiene su propio auto? Ni siquiera conozco a este chico y ya se siente como un inconveniente. Definitivamente es mi hermano.

-Tengo que recoger a ______ primero.--le digo.

Hace una pausa.

-¿En su casa?

-Sí.

Otra pausa.

-¿Tienes deseos de morir?

Realmente odio no saber lo que todo el mundo parece saber. ¿Por qué no se me permite ir a la casa de ______?

-Como sea, solo date prisa.--dice justo antes de colgar.

...

Ella se encuentra de pie en la calle cuando giro en la esquina. Mira su casa.

Las manos descansan suavemente a sus lados, y sostiene dos refrescos. Uno en cada una. Los agarra como armas, como si quisiera lanzarlos a la casa de delante con la esperanza de que en realidad sean granadas. Reduzco la velocidad y me detengo a varios metros de ella.

No lleva la misma ropa de antes. Usa una falda larga y negra que le cubre los pies. Hay un pañuelo negro envuelto alrededor de su cuello, cayéndole sobre el hombro. La camisa de color café es de manga larga, pero aun así parece tener frío.

Una ráfaga de viento sopla y la falda y el pañuelo se mueven, pero ella permanece inmóvil. Ni siquiera parpadea. Se halla perdida en sus pensamientos.

«Yo estoy perdida en ella.»

Cuando estaciono el auto, gira la cabeza, me mira y luego baja de inmediato la mirada al suelo. Camina a la puerta del pasajero y sube. Su silencio parece rogar por mi silencio, así que no digo nada en lo que nos dirigimos a la escuela. Luego de un par de kilómetros, se relaja en el asiento y apoya una de sus botas contra el tablero.

-¿A dónde vamos?

-Mi hermano llamó. Necesita un aventón.

Asiente.

-Al parecer estoy en problemas por no presentarme a la práctica de fútbol de hoy.--sé con certeza que puede decir por el tono displicente de mi voz que no me preocupa demasiado el perderme la práctica. Lo cierto es que el fútbol no se encuentra en mi lista de prioridades en este momento, por lo que estar en el banquillo probablemente sea lo mejor para todos.

Jamais, jamais (I)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant