M A L E N T E N D I D O

10.8K 1.1K 467
                                    

Malentendido 

-- ¡Oh, vamos!, no te comportes como anciano, es viernes y apenas son las 10, ¡Quédate un rato más! -- insistió Kaminari juntando sus manos, pidiéndole a su amigo que se quedara a jugar videojuegos, quedarían disparejos si permitía que se fuera.

-- Ya dije que no, deja de molestar -- contestó el rubio entrando al elevador de la sala común para encaminarse a su habitación.

-- ¡Por favor! -- apoyó Mina, intentando poner la cara más tierna e irresistible que su rosado rostro le permitiera.

-- No -- repitió ignorando olímpicamente la cara de cachorro a medio morir de su amiga.

-- ¡Qué aburrido eres! -- gritó Sero rindiéndose desde el sofá de la sala viendo como se cerraba la puerta del ascensor.

Katsuki sonrió levemente cuando estuvo fuera de la vista de sus amigos. Era lindo saber que de cierta forma, era necesario para alguien. No por que no lo supiera o se sintiera innecesario, pero el que se lo recordarán se sentía bien, el que otras personas te quieran cerca a pesar de tu odiosa personalidad era una sensación de felicidad indescriptible.

Habían pasado toda la tarde jugando, y aunque en realidad al inicio se había negado, al final había terminado aceptando, todo para no pensar en el inútil de su novio que se había ido a cenar con la chica más bonita e inteligente de la escuela.

Nada para ponerse inseguro, para nada.

Y aunque su meta era dejar de pensar en el tema, había fracasado, estaba tan distraído pensando en esa mierda que hasta Kaminari le había ganado en una partida de Mario Kart.

No quería ni imaginarse lo que estaban haciendo, de cierta forma, sabía que nada malo pasaría, pero aun así, el malestar dentro de su mente se mantenía intacto, siempre haciéndole pensar lo peor.

Soltó un quejido y frunció el ceño.

Ya en su cuarto se cambió de ropa y se lanzó a su cama, ¡que se fueran a la mierda los dos!, no tenía caso preocuparse por esa clase de estupideces de chicas pubertas e inseguras, el solo tenía un objetivo en su vida, y ese objetivo no incluía ni a Yaoyorozu ni a Todoroki.

Mucho menos a Todoroki.

No necesitaba a ese imbécil para ser feliz.

Siguió mirando el techo con el ceño fruncido y expresión enojada, hasta que esta se convirtió en una afligida.

Tal vez si repetía varias veces esa mentira en su cabeza, terminaría creyéndosela.

Soltó un gruñido de desesperación, poniéndose una almohada en la cara, era peor que una puberta enamorada.

Hasta que el sonido de alguien llamando a su puerta interrumpió su arduo sufrimiento.

Rodó los ojos soltando la almohada y encaminadose a abrir la puerta y abrirla, seguramente era Kaminari que rara vez apreciaba su vida.

-- ¡Malditos bastardos!, ya les había dicho que no ¿qué más quie... -- Calló en seco al ver que los idiotas de sus amigos no eran los que estaban ahí molestándole la existencia, sino Todoroki.

Su expresión de sorpresa duró poco, porque cuando recordó de dónde venía el muy hijo de puta, frunció el ceño y le azotó la puerta en la cara.

Regresó a su cama y se tapó hasta la cabeza con sus mantas.

Shoto no se inmuto ante la acción, pero sabía que tenía permiso para entrar, si el rubio quisiera lo contrario, se lo hubiera dejado claro desde el comienzo, ni siquiera se había molestado en poner seguro a la puerta.

El celoso, La Intensa y El IdiotaWhere stories live. Discover now