—Me hubiera gustado mucho verte ahí, Jisoo.—Jeonghan expresó afligido, aunque aquella expresión se transformó inmediatamente en una sonrisa al ver la expresión preocupada de Jisoo.—Pero me gusta más que puedas volver a tu casa porque te sientes mejor.

—El pequeño Jisoo sonrió.—Me siento mejor y todo fue más fácil porque estuviste aquí. Siempre serás mi mejor amigo, bonito Hannie.—Jisoo dijo entre lágrimas.

Ante aquellas dulces palabras, Jeonghan no pudo aguantar más y estalló en llanto, abrazándose al delgado chico que aún se encontraba sobre la cama.

—También eres mi mejor amigo y nunca te voy a olvidar, Jisoo.—Expresó casi de manera inentendible debido al llanto.

Finalmente, luego de permanecer abrazados y llorando por unos minutos más, llegó la hora de partir.

Los padres de Jisoo aparecieron en la habitación junto al señor Yoon, y luego de recibir indicaciones por parte del médico, los Hong agradecieron al médico y a Jeonghan por ayudar a su pequeño para después abandonar el lugar.

••

Así, los días siguieron su curso. Pronto pasó un mes desde aquella emotiva despedida y el tan esperado cuatro de octubre llegó.

Jeonghan permanecía sentado en su sofá favorito mientras una persona tras otra aparecían frente a él para felicitarlo y darle un obsequio.

Generalmente, Jeonghan disfrutaba mucho de sus fiestas de cumpleaños tal como cualquier niño de su edad la haría. Amaba los obsequios como cualquiera también y sobre todo amaba la compañía de sus familiares y amigos. Sin embargo, en esa ocasión todo era distinto, no estaba disfrutando como debería y tampoco estaba realmente emocionado.

Algo faltaba. Alguien.

Jeonghan no podía evitar pensar en Jisoo, aquel chico un año menor que él que había salido del hospital hacía un rato y que ya no había vuelto a ver.
Su padre le decía que Jisoo se encontraba bien, que sus padres llamaban cada semana para decírselo y que ahora el pequeño se encontraba asistiendo a clases como un niño normal.

Por supuesto que Jeonghan se alegraba por ello, pero no podía evitar extrañar a ese pequeño que se había vuelto importante en su vida y que, en algún momento, había prometido estar ahí ese día.

Un suspiro abandonó sus labios. Sabía que no tenía por qué sentirse así, después de todo, Jisoo ahora se encontraba bien y viviendo su vida como un niño normal. No podía ser egoísta y pensar solo en sí mismo, pero extrañaba a su amigo e imaginaba que sentirse triste por eso no estaba mal.

—¿Todo bien, cielo?—Cuestionó la señora Yoon quien acaba de sentarse junto a él sin que éste fuese consciente por estar metido en sus pensamientos.

—Sí, mamá.—Mintió, tratando de sonreír para disimular.

—¿Seguro?

—Sí…

—Bueno, yo te veo un poco triste y no podría imaginarme la razón, pero hay algo que quizá pueda animarte un poco.—Expresó con una sonrisa.

—¿Qué es?

—Bueno... Pasa que una familia se ha mudado aquí al lado y tienen a un niño como de tu edad. Así que lo hemos invitado a tu fiesta de cumpleaños para que lo conozcas. Quien sabe, quizá puedas hacer a un nuevo amigo.

Jeonghan volvió a dedicar a su madre una sonrisa fingida. Y es que, aunque era cierto el hecho de que al pequeño Jeonghan le gustaba mucho hacer nuevos amigos, en ese momento no se sentía muy animado para eso.
Aún así, decidió que lo intentaría, después de todo nadie tenía la culpa de su sentir y la idea de un nuevo amigo cerca no estaba mal, por lo cual, caminó de la mano de sus padres para conocer a los nuevos vecinos.

Finalmente, estando en la puerta de la casa, las personas en cuestión salieron de la casa de al lado, y cuando Jeonghan vio a los dos adultos y a cierto pequeño con ellos, sus ojos se abrieron con sorpresa antes de que un cosquilleo fuerte invadiera su interior.

De la mano de su madre, Jisoo caminaba en su dirección con una amplia sonrisa dibujada en su rostro, y con su otra mano sostenía una caja de regalo perfectamente envuelta.

Ambos solo podían mirarse entre sí con una sonrisa dibujada en sus rostros, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, se tomaron en un fuerte abrazo que indicaba lo mucho se que habían echado de menos el uno al otro.

—Feliz cumpleaños, bonito Hannie.—Jisoo dijo aún sin deshacer el abrazo.

—Estás aquí…—Jeonghan expresó aún sorprendido.

—No me hubiera perdido tu cumpleaños por nada, así que te he traido un obsequio.—Dijo antes de deshacer el abrazo y extender la caja.

Jeonghan la tomó con emoción, pero aún más lo hizo con la mano de Jisoo para invitarlo a pasar.

—¿En serio ahora vivirás junto a mi casa?—Jeonghan preguntó aún sin poder creer lo que sucedía.

—Sí. Resulta que hace unos días volví al hospital porque me sentía un poco mal, pero ahí tu padre dijo que por suerte no era nada grave, así que pude volver a casa esa misma tarde. Aún así, el doctor Yoon quería verme seguido para asegurarse de que todo estuviera bien y a mis padres no se les ocurrió mejor idea que mudarse cerca. Es una suerte que la casa junto a la tuya estuviera en venta, ¿no crees?

Jeonghan asintió con una amplia sonrisa que Jisoo devolvió.

—Te extrañaba mucho, Jisoo.

—Y yo a ti, bonito Hannie. Prometo que a partir de ahora nos veremos a diario.—Dijo con una sonrisa.

—¿De verdad lo prometes?—Jeonghan cuestionó con un puchero en los labios, extendiendo su dedo meñique.

—Claro que sí, lo prometo.—Respondió, entrelazando su dedo con el del contrario, sellando así una promesa imposible de romper.

~🌸~

(1) EL CHICO DE LA HABITACIÓN 36 ✨JiHan💫Where stories live. Discover now