Capítulo 1

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—Y bien, ¿qué te ha traído a nosotras? —preguntó Ross cruzando sus piernas sin apartar la mirada del chico de cabello rubio y corto que estaba sentado en el largo sofá de cuero rojo, justo enfrente de ella.

Los ojos azules del muchacho se clavaron en el suelo intentando ocultar su rostro sonrojado, estrujando sus manos en señal de nerviosismo. Tragó saliva para aclararse la garganta y empezó a narrar:

—Todo comenzó hace algunos años, al entrar en el instituto. Siempre fui estudioso y comprendía a la perfección las lecciones antes que los demás. En el colegio era el primero de la clase y no fue ninguna sorpresa que me convirtiera en el típico empollón. Sacaba matrícula hasta en las asignaturas más difíciles. Intentaba apenas llamar la atención, pero los profesores insistían en ponerme como ejemplo a seguir, lo que claramente provocaba la envidia y el consecuente enfado de mis compañeros. Fui el objeto de burla durante el primer año —hizo una pausa para volver a aclararse la garganta y comprobar que las dos doctoras le prestaban atención. Cuando las vio con la mirada completamente fija en él, prosiguió, aunque un poco más inquieto que antes—. Él era uno de los que me hacían bullying. Sin embargo, un caluroso día de comienzos de verano, a la salida del instituto, unos chicos de otra clase me acorralaron contra los muros. Veía el puño del más alto y fuerte impactando en mi cara cuando, de pronto, algo lo detuvo.

»Yo seguía con los ojos cerrados esperando el golpe que nunca llegó, pensando en qué pasaba hasta que lo escuché: "A ver, mocoso de mierda, sólo yo puedo meterme con Armin, ¿comprendes? ¡Así que largo!". Era una voz que conocía muy bien. Ya la había oído antes lanzándome bromas, pero nunca antes hablar así de mí.

»No pude evitar la sorpresa cuando le vi delante. Él estaba allí. Me había defendido. ¡Él, que siempre era el primero en fastidiarme y hacerme todo tipo de burlas, me había defendido! Me quedé anonadado y, tan pronto como volví a la realidad, aproveché para huir al ver que se acercaba. Pero en mi mente quedó aquella sonrisa que me dirigió con la intención de ayudarme y sus palabras resonaban en mi cabeza.

Anya y Ross intercambiaron una mirada sin que el chico se percatara de ello. No necesitaban palabras para decir lo que pasaba por la mente de la otra en ese momento. Habían aprendido a leerse así en la universidad. Armin continuó su relato sin dejar de estrujarse las manos.

—A partir de ese momento las cosas cambiaron. Él seguía insultándome, aunque nunca me agredió realmente, y también me defendía cuando algún compañero se pasaba de la raya. Poco a poco se convirtió en alguien muy preciado en mi vida.

»Siempre estuvo acompañado de un chico alto y de cabello negro llamado Marco. Hace casi cuatro años se mudó y, desde entonces, nuestra relación cambió. Primero me pidió hacer un trabajo de ciencias que la profesora encargó para hacerse por parejas. Claramente sabía la razón por la que me eligió a mí. Su mejor amigo no estaba y yo era el más inteligente de todos, y aún así no pude negarme.

Hizo una pausa y respiró hondo, meditando el orden de sus palabras y la forma más adecuadas de decirlas. Así era él, pensativo y cuidadoso en todo lo que hacía.

—Después de ese trabajo hubo más, hasta que se convirtió en costumbre. Me ofrecí ayudarle con las matemáticas y comenzamos a pasar más tiempo juntos. En la cafetería, por ejemplo, nos sentábamos uno al lado del otro. También volvíamos juntos del instituto e incluso hemos salido varias veces a jugar a los videojuegos.

»Por primera vez tenía un amigo, un compañero, alguien que me cuidaba y a quien contarle mis problemas. Soy hijo único —aclaró— y vivo con mi abuelo, que es mi única familia. Con todo eso, no podía dejar de sentirme como un reemplazo, aquel que llenaba el vacío que había dejado Marco en su corazón.

1 | Besos sabor miel | Jearmin (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora