Narra Erick.

Verla sonreír de aquella manera quizás era una de las cosas más bonitas que me había podido ver... Y definitivamente tenerla encima mío, moviéndose y gimiendo como nunca antes, era la mejor sensación del mundo.

Llegamos a Leverkusen como a las cinco de la tarde, la Feña nos había preparado fajitas para comer y no me negué porque se veían deliciosas, aparte en el camino me había dado hambre otra vez. Estábamos todos sentados comiendo, la Maite se veía como nerviosa y el Charles se dio cuenta porque me miró con una ceja elevada. Las chiquillas, incluyendo a la mamá y hermana del Charles se pararon de la mesa y se fueron al comedor porque ayudarían a la Maite a comprar cosas para el bebé, según ellas tenían "picadas" de donde comprar más barato.

—¿Y qué van a hacer cuando nazca la guagua?—preguntó el Charles—Porque según yo sé, el depa donde vive la Maite es como una cajita de fósforos po.

—Si, si es de una pura pieza pero no sé, fuera por mi hasta me la llevaría a vivir conmigo—pasé ambas manos por mi cara y resoplé.

—Puta, yo me pongo para que me arrendemos algo mejor, pero no quiero que se vaya con el otro hueón. Yo no sé el ojito de la Maite para meterse con puros hueones.

El pololo de la Camila soltó una risa burlona y yo le pegué en el hombro al Charles.

—¿Y si hacemos un asadito para despedir a Pulgar?—propuso el Ale mientras llegaba con una botella de Whisky.

Tomé la botella, la destapé y eché un poco al vaso para después tomármelo al seco.

—Wena, hermanito, ¡te motivaste al tiro!—gritó el Ale. Le voy a ir a decir a la Feña entonces.

—Si, mejor pídele permiso tú—rió el Charles.

Cuando el Ale se fue otra vez de la mesa el Charles me quedó mirando con una ceja elevada.

—¿Pasó algo especial en Berlín?—preguntó.

Apoyé mi espalda en el respaldo de la silla y tiré la cabeza hacia atrás. Cuando cerré los ojos fue inevitable volver a pensar en todo lo que había sucedido y en lo bien que se había sentido todo.

—Estoy enamorado de la Maite, hermano.

—¿Y la Flavia, hueón? ¿Pensai terminar con ella, verdad?

—Obvio que si, quiero jugármela por la Maite—el Charles sonrió—Pero hueón, la Flavia se está quedando en mi casa.

—¿Está viviendo contigo?

—No, se está quedando nomás...

—Hueón, no hay que ser muy vio para saber que se va a quedar ahí—rodó los ojos—Esa mina tiene algo raro, Erick.

—Todos me dicen la misma huea, pero puta, creo ser el único que piensa que nuestra relación es normal.

—Ahí tú, pero desde Brasil que a esa mina la tenemos entre ceja y ceja.

Asentí con la cabeza recordando la conversación que la otra vez había escuchado entre la Feña y la Maite. Aunque ella quisiera sacarme plata, de igual manera no me afectaba en nada lo de querer terminar la relación.

—Te entiendo completamente y se nota caleta que aún estay enamorado de ella—puso una mano en mi hombro—Yo voy a estar aquí si necesitas algún consejo, pero también voy a estar con la Maite si te poni medio hueón, así que ya sabes ya.

Ill be loving you forever || Erick Pulgar #LTIA2 Where stories live. Discover now