Capitulo 7: Amor desinteresado

Comenzar desde el principio
                                    

Entonces, mis suplicas fueron escuchadas y apareciste en mi vida.

Kirishima Eijiro.

Hasta el cómo nos conocimos parecía sacado de un manga romántico absurdo.

Había salido a beber con los chicos del estudio. Llevaba tiempo sin hacerlo, quería mantener mi abstinencia, pero era el cumpleaños de uno de ellos y accedí a condición de que solo sería una cerveza. Me cayó fatal, al poco tiempo avise que me iría a casa. La ventisca otoñal de la calle empeoró mi estado y terminé vomitando ahí mismo, sosteniéndome a duras penas de un muro.

En algún momento de esa noche, apareciste en el camino. Me ayudaste a caminar. Era incapaz de hilar una oración, por lo que hiciste de manera natural, lo que absolutamente nadie haría: Me llevaste a tu casa.

¿Cómo podías meter a un completo extraño a tu hogar?

Eiji, eras muy bueno o muy bobo.

Desperté a la mañana siguiente con todo dándome vueltas y vestido con ropa en extremo grande que, obviamente, no era mía. Ingresaste al rato a la habitación, traías puesto solo un pantalón de pijama.

Mis ojos no tardaron en recorrerte.

Eras bastante imponente. Medias cerca de dos metros, con una musculación perfecta y maciza. El cabello teñido de rojo caía sobre tu rostro como lava.

Touya me impresionó una vez con su cuerpo, pero tú me dejaste sin palabras.

Sonreíste hermoso y me extendiste un vaso de agua junto a medicina para la resaca. Te presentaste mientras bebía. Eras entrenador personal de muchos deportistas profesionales y también trabajabas medio tiempo en un gimnasio; la noche anterior, salías de un ahí cuando me encontraste.

–Lucias muy mal, no podía dejarte en medio de la calle. Eres muy bonito para andar solo.

Y ya.

Me enamoré.

Aunque no por eso me dejaría llevar. Luego del fiasco con Shouto, había empezado a tener cautela con las personas y las acciones que tenían que yo podría confundir. Tú solo habías tenido un gesto amable, seguido de un halago.

No había nada más.

Así que yo devolví el gesto. Noté que tenías un tatuaje bastante desastroso en el omoplato izquierdo, comentaste que te lo hiciste a los quince por una apuesta con un amigo. Yo me ofrecí a corregirlo en agradecimiento.

Eiji, contrario a tu apariencia ruda, eras todo un llorón.

El diseño que hice debía terminarse en dos sesiones. Contigo pasamos a las cinco, ya que no soportabas el picor de la aguja.

–No puedo imaginar lo que has soportado en todos esos tatuajes.

Cómo explicarte que el dolor de los tatuajes ha sido lo de menos en mi vida.

Al término de la quinta sesión, me invitaste a comer en agradecimiento a mi paciencia. Bromeé diciendo que aquello era una especie de circulo vicioso de agradecimientos.

No lo haría si no estuviera interesado en ti.

Listo.

Ahí tenía la respuesta que necesitaba.

Fuimos a cenar a tu casa y lo último que hicimos fue eso.

Con el paso de los días, me enamoraba más y más de ti. No me había equivocado esta vez, eras un sueño hecho realidad. Pasabas por mí en las mañanas a dejar a Kota en la escuela, luego desayunábamos en tu casa, en medio de besos, abrazos y jugueteos. Me acompañabas al estudio y partías a tu trabajo. Pasabas por mí nuevamente en la noche.

Entre espinas, tú [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora