—Relájese.

Trato de hacerlo tomando varias bocanadas de aire.

Solo deseo algo, que Dmitry apriete mi mano.

Mi corazón sabe que no será un muy buen diagnóstico, sin embargo, ayuda que esté aquí, para no recibirlo sola.

Mis músculos tensos se relajan inmediatamente cuando la gran mano de Dmitry se entrelaza con la mía.

Parece que leyó mi mente.

Las comisuras de mi boca se expanden en una suave sonrisa y mis ojos de inmediato se cierran.

No estoy sola.

Sé que le cuesta estar en esto, una vez me dejó en claro que no quería más hijos, no obstante sucedió y se está haciendo responsable.

—Respira —hago lo que la doctora indica.

No suelto el arma, sin embargo estoy más relaja.

Hago una mueca ante lo extraño de aquello, el condón minimiza la sensación debido al látex y lo del lubricante, aún así al fin y al cabo es un aparato, es incomodo.

—Aquí está —ante lo que dice me veo abriendo los ojos al instante.

Visualizo la pantalla en manchas negras y blancas, muy poco entiendo.

—Solo veo negro —dice Dmitry concentrado.

La doctora gira esa cosa dentro de mí, acerca con zoom las manchas de la pantalla, centrándose en una pequeña manchita.

—Este es el feto señor Petrov.

Mi cara se contrae de desaprobación ante ese término.

—Es un bebé, no un feto —corrijo molesta.

Nunca he podido entender porque se refieren a los bebés como fetos, si son criaturas, seres humanos. No importa el tiempo de vida.

—Disculpe —está nerviosa, la verdad me gusta y no me conviene ahora mismo, no deseo que vaya a empujar o mover nada de más, mi bebé es lo más importante —Reproduciré su corazón.

A continuación espero emocionada por escuchar su latir, de la vida que llevo dentro, cuando pulsa algo, inmediatamente aprieto la mano de Dmitry que me devuelve el gesto.

El sonido llena mis oídos, se escucha en toda la habitación, pese a ser aún criatura tan pequeña se escucha fuerte y lleno de vida.

No sé porque, pero mis ojos están tan llenos de lágrimas, la primera vez que escucho algo similar, que siento algo distinto, apenas me enteré, empecé a sentir mi cuerpo diferente.

—Tiene casi dos meses de embarazo —empieza a explicar la médica. Quiere decir que Dmitry me dejó embarazada en las primeras relaciones —. Aunque no voy a mentir.

Se me detiene el aire, la respiración se me corta y las alarmas se activan dentro de mí, se lo que dirá.

—Dígalo sin más —exijo preparándome para lo peor.

Por su parte Dmitry decide centrarse en el monitor donde sigue señalado el pequeño punto que es nuestro segundo hijo.

—Su cuello uterino tiene lesiones graves —aprieto de nuevo a Dmitry —. La fe...bebé está muy bajo, cualquier actividad brusca o fuera de lo normal le causaría un aborto y no solo con eso, un gran derrame de sangre que traería consecuencias muy graves.

Las lágrimas silenciosas resbalan por las esquinas de mis ojos, mojando mis orejas.

Sabía mejor que nadie esto.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora