No secrets

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Al fin en casa. En esas semanas no había podido evitar extrañar mi hogar y el sentimiento de seguridad que me traía.

Últimamente ese sentimiento se había ido, poco a poco había estado dejando de sentirme así. Al inicio me aterraba, era como iniciar a perder el control y la estructurada vida a la que estaba acostumbrada.

La razón de esos drásticos cambios tenía nombre y apellido: Johnny Vincent Orlando. El estúpidamente perfecto canadiense que había entrado a mi vida y la había puesto de cabeza.

Por más que mis palabras parecieran tener alguna especie de odio, era todo lo contrario. Me encantaba el efecto que su sola presencia tenía en mí. Me había costado admitir lo perdidamente enamorada que estaba, pero ya habíamos pasado esa etapa, afortunadamente.

- Creí que no llegaríamos vivos. - Molestó Lauren cuando Johnny estacionaba el auto.

- Yo sabía que si lo haríamos. - Comentó Dale, haciendo que Johnny sonriera.

- Él si confía en mí y en mis habilidades de conducción. - Habló con orgullo ante las palabras de su padre.

- ¿Por qué creen que Violet vino ckn nosotros?. - Ironizó Mer, causando confusión.

- No entiendo. - Ahora fui yo la que habló.

- Si venías con nosotros, Johnny sería extremadamente cuidadoso porque no le cabe en la cabeza la posibilidad de que te lastimes o algo por él estilo. - Respondió Dale con toda tranquilidad

- Preguntaría el porqué, pero voy a evitar esa respuesta. - Éramos novios y aún me ponía nerviosa por cada mínimo detalle o sentimiento que él tuviera hacia mí, nerviosismo que incrementaba si no era Johnny quien lo dijera.

- Todos sabemos la respuesta, Violet. - Intervino Mer mientas reía un poco. Usualmente la hubiera morado mal o algo por el estilo, pero desde que lo nuestro tiene nombre no puedo negar lo que ya era un hecho.

- ¡Se sonrojó!. - Exclamó Lauren mientras tomaba su cara con las manos y me miraba con ternura.

- No la molesten tanto porque la van a espantar antes de que sea mi yerna y no sé los perdonaría. - Las palabras de Dale me habían llegado directo al corazón y no podía evitar sentirme halagadae inmensamente feliz al oírlas. Una tranquilidad me invadía al saber que él aceptaba la relación, hasta ese momento secreta, con su hijo.

- Ya lo soy. - Pensé y no pude evitar darme cuenta que por el espejo retrovisor Johnny me miraba, haciendo que me sonrojara más, si es que eso era posible.

Escuché algunas risas, pero traté de no prestarles atención. Bajamos del auto y entramos al restaurante, moríamos de hambre.

- Si supieran... - Me susurró Johnny mientras caminábamos.

- ¡John!. - Le pegué un pequeño golpe en el hombro.

Nos sentamos en una de las muchas mesas que habían. En un lado de la mesa estaban Darían, Johnny, Mer y Dale, y del otro están yo entre Lauren y Maddie.

El almuerzo pasó rápido, no hubo muchas indirectas hacia nosotros lo cual me daba cierta sensación de tranquilidad.

En dos horas llegamos a la casa de los Orlando y, en consecuencia, a la mía.

- Te ayudo. - Se ofreció el canadiense a quien ahora podía llamar novio, al menos en mi cabeza o cuando solo él escuchaba.

- Gracias, Johnny. - Hace tanto que no lo llamaba así, pero Mer se acercó y sabía que el hecho de llamarlo diferente estaba empezando a llamar la atención.

My Addiction - Johnny OrlandoWhere stories live. Discover now