—No me dejes solita, ven.
Te quejas cuando Niall se mueve un poco para salir de tu abrazo, levantándose para ir a buscar algo a la cocina. Sólo se ha ido por unos momentos provocandote una mueca en los labios, aún así las palmas de tus manos fueron directamente tus brazos para brindarles algo de calor.
—Volví, no llores más.— se burla.—Ven conmigo, tengo galletas y vino, ¿que te parece si nos acurrucamos en la cama?
Lo miras sonriente, asintiéndo frenéticamente con la cabeza mientras él alza la botella de vino en su mano, mientras que en su otra mano trae dos copas y bajo su brazo una caja de galletas. Rápidamente te levantas del sillón y le sigues por las escaleras hasta su habitación.
Los minutos pasan y pasan; ninguno de los dos es un gran aficionado del vino, sin embargo, ya han bebido casi la mitad de la botella. La caja de galletas también está casi vacía, y ahora están aquí, compartiendo besos perezosos mientras I Love Lucy se escucha casi como un susurro en la televisión.
—Te amo.— Murmura contra tus labios. Sonríes y lo besas suavemente antes de devolverle esa frasecilla que te eriza la piel.
Niall envuelve sus brazos con fuerza alrededor de tu cintura acercándote mucho más a él, pone un poco de esfuerzo para colocarte encima de su cuerpo y levanta tu camisa un poco dejando ver algo de la piel de tu espalda.
Mientras traza pequeños patrones con sus dedos ligeramente callosos, respiras lenta y pacíficamente, tu cabeza descansa sobre su pecho y sus piernas se enredan, haciendo que parezca que sus cuerpos realmente fueron hechos para encajar juntos.
Niall pone su mano sobre tu espalda baja, sonriendo para sí mismo al darse cuenta de que te has quedado dormida.
—Un día, serás mía para siempre. Pronto serás la señora Horan.— Echa un vistazo a su tocador, donde está a salvo, en secreto y segura, una pequeña caja negra con un anillo de compromiso.
***
ya perdí la cuenta de las veces que he escrito one shots de Niall en la cama, ¡hey! pero son buenos ¿no? JAJAJA.
¿cómo están? ¿siguen en cuarentena?
