41• Cansado

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– Buenas tardes ¿En qué puedo... Tú – apunto el chico de cabello verdoso – ¿Qué haces aquí de nuevo?–

– Aún me debes salir conmigo – recordó el más alto sin cambiar aquella expresión divertida.

– Y yo te dije que no puedo –

– Solo iremos a comer algo –

– No gracias –

– Anda, vamos –

– ¿Por qué insistes tanto?, Siquiera sabes mi nombre –

– No lo se por que tú no quieres decírmelo –

– Como sea, he dicho que no –

– Bien, entonces quiero hablar con tu superior –

– No serias capaz de decirle –

– ¿Me estás probando o retando?–

– Ninguna, ahora salte – este intento empujar al otro hasta la salida.

Ya era tarde, a esa hora no habían clientes, técnicamente estaban ellos dos solos y los demás trabajadores que estaban atrás arreglando la cocina.

– Te invito a cenar – insistio Tetsuro.

– ¿Por qué no te rindes?–

– Me llamaste feo, y horrible, quiero que cambies de parecer –

– Eso no sucederá –

– ¿¿¿Por qué???, ¿Tan feo estoy?, ¿Que tengo que no alcanzo tu estereotipo de alfa atractivo?–

– ¿Eres alfa?, Pareces Omega –

– Oh no, ahora sí te has metido donde no debiste –

– ¿A sí?– el chico solo alzo sus cejas con una sonrisa burlona en sus labios.

Le parecía divertido molestar a aquel alfa, quizás le gustaba ver su orgullo por el suelo.

– Suguru – llamo Oikawa asomándose para ver qué sucedía– Oh tienes visita, bueno yo ya me voy –

–Oye, no te atrevas a...–

– Así que Suguru – el nombrado arrugó su nariz con enfado volviendo su atención a Tetsuro.

– Bien, como sea –

– Cenemos juntos –

– No puedo, si lo hago Hiro se molestara conmigo, que sea mañana... Llévame a desayunar – Tetsuro alzó una sonrisa y asintió emocionado por ello.

Tenía curiosidad sobre aquel dichoso Omega, parecía interesante.

– Entonces... Hasta mañana... –

– Te veo aquí a las ocho, si no eres puntual pierdes la oportunidad –

– Oh no te preocupes mi nombre es puntualidad –

– ¿No era Tetsuro?–

– ¡No trates de arruinar todo lo que digo!– Tetsuro se dio la vuelta haciendo berrinche y Daishiō soltó una carcajada.

– Nos vemos –

Kurō asintió saliendo de alli hacia su casa donde ya debía esperarla su madre con algún regalo de los que le daba a diario.

Aveces se cansaba de su aburrida vida rutinaria.

Suguru por su parte terminó por limpiar las mesas y dejó que los demás empleados se fueran, cuando aquello paso cerró la cafetería, pues esa noche le había tocado quedarse acargo gracias a su irresponsable jefe que se la pasaba de fiesta en fiesta.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora