CAPÍTULO 6

153 23 5
                                    

—Muchísimas gracias por todo —dijo la chica luego de sentarse en el sofá en que estaba sentado su falso novio—, si esa tarde no hubieras aparecido a salvarme, yo no sé que habría sido de mí, además, luego de conocerte todo se arregló, me diste buena suerte.

Makoto y Eri se habían convertido en buenos amigos, tal vez los mejores, pues compartían demasiado tiempo.

A pesar de que vivían en la misma casa, en realidad estaban un poco aparte de sus suegros. La casa era en serio grande, y estaba dividida en tres partes que compartían un patio enorme y algunos jardines preciosos. Una parte era usada por los señores Sunakawa, en otra vivían Eri y Makoto, la tercera casa estaba vacía, pero Ai la había pedido para ella.

—No tienes nada que agradecer —aseguró Makoto recargándose un poco en esa chica con quien adoraba vivir, que adoraba ver todo el tiempo y asegurarse de que ella y su bebé estaban completamente bien—. Yo debería agradecer por todo lo que has hecho por nosotros.

—Es porque somos una familia —dijo ella y, al instante que lo dijo, miró con un poco de asombro al que la veía.

Ser una familia era algo que solo pasaba en su imaginación, así que no se supone que lo dejara salir, así como así.

Makoto miró a la chica de abdomen bellamente abultado y la abrazó con fuerza mientras sonreía.

—Me alegra que nos consideres tu familia —dijo el rubio—, no sabía qué debía hacer si no lo hacías. Esperaba que con el tiempo te sintieras cómoda y no pudieras vivir sin nosotros, así no tendría que dejarte ir jamás, así podría amarte para el resto de nuestras vidas.

Eri se quedó sin aire, esas palabras eran un poco difíciles de creer, más porque estaba segura de que nunca las recibiría que porque fueran complicadas, en realidad.

» No sé si me puedas creer —continuó el joven—, y tampoco estoy seguro de que lo que siento por ti sea amor, pero no quiero vivir sin ti jamás, no quiero que te alejes, no quiero que hagas una familia aparte. Quiero que seas mi familia para siempre, quiero tenerte a mi lado hasta el día de mi muerte y que, si hay algo después de eso, sigas a mi lado también. Pero, sobre todas las cosas, quiero que sientas lo mismo que yo, y eso podría iniciar sintiéndote parte de mi familia.

Eri lloró, estaba en serio emocionada. Todo lo que él quería, y que nunca le había dicho, era algo que ella tampoco había dicho, pero que también quería.

» Siempre creí que las personas comenzaban a salir cuando conectaban —dijo Makoto limpiando las lágrimas del rostro de esa chica que quería demasiado—, pero, aunque tú y yo no salimos en realidad jamás, sé que estamos conectados desde hace muchísimo tiempo.

» Desde ese día que te conocí sobre el puente de ese estanque —explicó el chico—, desde que miré tu reflejo en el agua clara y vi tu cabello moverse al compás del aire; en ese momento algo me atrajo a ti. Que me invitaras a acompañarte fue demasiado para mí, por eso no supe actuar, y cuando entendí que no sabría más de ti un foso profundo se abrió en mi corazón.

» Luego de eso, cuando te vi en el capus, cuando confirmé que eras tú, ese hueco en mi interior desapareció, y cuando supe de nuestro bebé mi corazón se inundó de una desbordante emoción que me hacía en serio feliz.

» No le tuve miedo a los problemas nunca, estaba dispuesto a hacer absolutamente todo por ti, haría cualquier sacrificio si eso me permitía hacerte sonreír de verdad.

» Y luego estábamos aquí, acomodando muebles, planeando el futuro, comprando cosas para nuestro pequeño bebé y, sin poder evitarlo, comencé a soñar en ser la familia que aparentábamos, porque es lo que, desde el día que nos reencontramos, siempre he soñado.

CONECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora