Bad idea

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Solo pasaron unas cuantas semanas para que el anillo de koala formara parte de mí, no me lo quitaba para nada.
En varias ocasiones, cuando veía a Nam de lejos, miraba sus manos para ver si también tenía puesto el que yo le elegí.
Y no, no lo llevaba. Solo tenía el de antes, el que tiene valor sentimental. Da igual, supongo.
—¿Ya le vas a decir? -me presionó Victoria.
Esta chica no me dejará almorzar tranquila hasta que le diga lo que quiere oír.
—¿Qué cosa a quién? -me hice la loca.
—¡Ari! Decirle a Nam que te gusta.
—No me gusta, me encanta y mucho. Justamente por eso no se lo diré nunca.
—¿Nunca? En ese caso te vas a arrepentir. Camila no le quita los ojos de encima y tiene mucha más seguridad que tú.
—No es solo ella, muchas lo miran...y lo más hermoso de todo es que no les hace mucho caso y sigue con lo suyo. -dije admirándolo a lo lejos. Siempre está en cafetería a esta hora, solo que no me he atrevido a pedirle a que se siente conmigo a comer.
—¿Qué harás entonces?
—No sé, últimamente he sentido una adrenalina que no te imaginas.
—No entiendo
—Mi euforia por Nam está subiendo de nivel, soy irreconocible.
...
A punto de entrar a la universidad, me coloqué las mangas hasta los codos, abrí mi casaca y dividí mi larga cola de caballo por ambos lados sobre mis hombros. Estaba a punto de hacer una entrada triunfal de película. Esto no me había pasado antes, pero amanecí con la seguridad a tope y solo quería divertirme. Y si me encontraba a Nam, haría como que jamás lo ví.
Apenas empecé a caminar hacia la facultad, el viento sopló mi coleta y en mi imaginación, fue alucinante. Me iba encontrando con varios compañeros y los saludaba apuntándoles con los dedos. Algunos desconocidos me miraban extraño, pero qué importa eso si me veo increíble. Me detuve unos segundos para sacar mi goma de mascar del bolsillo, abrirla y meterla en mi boca. Justo venía Namjoon doblando la esquina con dos de sus amigos y yo hice un gigantesco globo con mi chicle.
—¿Ari? -dijo él.
Diablos, me encanta la sonrisa que pone al decir mi nombre.
—¡Nam! No te ví, lo siento...de lo contrario te habría saludado.
—No te hagas, claro que me viste.
—Te habrá parecido... -dije haciendo unos molestos sonidos con mi boca.
—Oye esta noche me voy a presentar ¿Estarás ahí?
—Oh, no lo creo... tengo planes -mentí, y lo peor es que no sé porqué lo hice.
Sí, porque quería hacerme la interesante y misteriosa con planes. Patética.
—Bueno, para la otra será.

Esa noche estuve dentro del público, admirándolo a él y a su inigualable talento. Me coloqué una capucha y bufanda para que no se notara que estoy ahí. Quería ahorrarme el hecho de tener que mentirle de nuevo y decirle "Se cancelaron mis planes y pasé por aquí".

...

—¿Y después vienes a llorar a tu cuarto? -dijo Vic luego de escuchar mi aburrida historia de cómo me porté como una imbécil.
—¿Sabes? No quiero tus sermones, voy a llamarlo.
—¿Qué dices?
"sssshhht"
El teléfono de él empezó a timbrar y mis manos temblaban, pero me gusta hacerme la valiente a pesar de todo.
Paralelamente a estos pensamientos, estoy muriendo de los nervios y queriendo acabar con esta agonía ya.
—¿Ari? Dime ¿Qué pasó?
—Oh...nada, solo quería saber si esta noche estás desocupado.
—¿Qué cosa? -dijo Victoria muy sorprendida y agitando los brazos en frente de mí.
—No -respondió él- ¿Por qué?
—¿Quieres salir a pasear? Te invitaré un helado.
—Voy -colgó.
Victoria se quedó mirándome fijamente y me encogí de hombros.

Esperé a Nam en la puerta principal de la universidad. Decidí ponerme el saco, empezaba a correr viento del fuerte.
En eso, se me cayeron unos billetes que tenía en el bolsillo del saco y salieron volando.
¡Demonios!

Corrí tras ellos mientras miraba al cielo. Mi dinero estaba a punto de aterrizar en la acera, cuando un auto tocó su bocina lo más fuerte que pudo y giré la mirada hacia él. Estaba a pocos centímetros de llevarse mi vida, pero alguien tiró de mi abrigo hacia adelante.
—Carajo... -dije muy asustada.
—Debes tener más cuidado -dijo Namjoo, también asustado.
Él me abrazó, envolviéndome toda. Juraría que este es el lugar más cómodo y reconfortante del mundo.
—Ya, ya pasó... -me consoló apoyando mi cabeza en su pecho.
Temblé por unos segundos más y de ahí supe que ya era hora de soltarlo. Maldición.
—Muchas gracias -dije al borde de las lágrimas.
—No, es que casi te arrollan, también me asusté.
No sé si este era un buen pensamiento, pero me gustó que dijera eso, porque eso quiere decir que le importa que yo siga con vida, y de cierta manera eso es muy lindo y esperanzador.
—De verdad, gracias.
Nam asintió y dió un suspiro de alivio. Es realmente bello, mierda.
—Compraré agua, nos llevamos el susto de la vida. -dijo mientras caminamos hacia la tienda más cercana.
—Sí... -respondí nerviosa.
—¿Querías hablar conmigo?
—Uhmm...
Él me observó unos segundos esperando respuesta. Quería decirle que sí, que tenía que decirle unas cosas, pero me eché para atrás apenas sentí toda la presión y el miedo a ser rechazada.
—No en realidad, solo que disfruto de tu compañía.
—¿Segura?
Ay no. Victoria siempre me ha dicho que soy muy mala mintiendo, que no me sale. Espero que no sea el caso esta vez.
—¿No te das cuenta?
—¿De qué? -dijo él
—De que me tienes como estúpida...

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2020 ⏰

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