– Iwa-chan –

– Oikawa te amo – Tōru mordió su labio inferior y negó.

No volvería a caer en aquellas palabras bonitas y engañosas que solo buscaban envolverlo y luego volver a desecharlo.

Eran mentiras.

No creía en ellas, ni en esos labios que beso de nuevo sin descaro o arrepentimiento.

Deseaba aquel beso lento y cariñoso que estaban dándose ambos.

Era una muestra del amor que ambos se tenían aún, los dos no podían olvidarse pese a sentirse traicionados por el otro.

El silencio inundó la habitación, y las fenomonas de ambos chicos era lo más notorio en la habitación.

Hajime remplazaba el olor de  aquel alfa que había estado en casa de Tōru, remplazandolo por su olor.

Oikawa no se fijaba en ello pues estaba más entretenido besando los labios que tanto había extrañado por años.

Quizás para algunos era ridículo pensar que pese a que pasaran cuatro años siguieran amadose.

Imposible, dirían.

Pero para aquellos dos que se comían la boca aquello no fue imposible.

Ambos se deseaban y querían como hace cuatro años atrás.

– Iwa-chan – murmuró el Omega con los ojos llorosos y con la vista puesta en los del alfa – Te odio – sin importarle Oikawa empezó a golpear el pecho del contrario descargando todo aquel coraje que se había guardado, el nudo de su garganta de apoco desapareció y sin morderse la lengua insultó cada que pudo a Hajime – Imbécil, idiota, lo arruinaste, te detesto –

Iwaizumi se estuvo quieto recibiendo cada golpe, cada insulto, regaño y reclamo que el otro le daba, y estaba en su derecho de hacerlo, después de todo le había arrebatado una de las cosas que más quería.

Estaba bien que se desahogara, que sacará todo aquel coraje que llevaba consigo cargando y escondiendo de los demás bajo aquella inocente expresión feliz.

– Te odio Iwa-chan – las lágrimas jamás cesaron pero los golpes pararon – Pero también te amo – sorbió de su nariz y permaneció con su mirada en el pecho del alfa – Te amo, mucho –

El moreno le tomo del mentón para verle a los ojos y le brindó una ligera sonrisa – Yo también te amo Tōru – tras decirle aquello lo abrazo y se estuvo en silencio consolando al Omega que seguía llorando en su hombro.

Lo habían hecho pedazos, y pese a los años seguía afectandole tanto, que solo ver a Iwaizumi en la cafetería ya le había causado un impacto....

Tenerlo frente a él, poder besarlo y abrazarlo prácticamente era un sueño del que quizás, solo quizás jamás quería despertar.

Por otra parte seguían Bokuto y Kurō en la cafetería, uno comía como mujer embarazada y el otro le reclamaba al aire quien sabe que cosas.

– ¿Puedes creerlo?, Yo – se apuntó a sí mismo – ¿Yo feo?, Que estupidez –

– Pues no lo sé Bro pero creo que debo irme – el búho llevo su mirada a la puerta transparente de la cafetería y allí podía ver a Keiji parado fuera de la cafetería con un paraguas– ¿Crees que lloverá?–

– No lo se, no me importa – el gatuno se cruzó de brazos y desvío su mirada a la venta – Parece que habrá tormenta –

– Bien, entonces me iré –

– ¿Ah?–

– Si no lo hago Akashi jamás me dejara volver a salir – Tetsuro reprimió una risa pero no le negó nada.

¡Mᴀʟᴅɪᴛᴏ Aʟғᴀ! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora