Delight 02

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   Nombre: Tres no es multitud
   Pareja: Plan, Mean, Perth
   Extención: Capítulo único
   Advertencia: Trío, Smuth, +18
   Palabras: 1824
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Para qué mentir, Perth era apuesto. Su cabello despeinado y su tez morena lo hacían ver interesante y seductor. Siempre estaba rodeado por mujeres, siempre lo seguían a donde fuera que iba. Y no es que eso lo molestara, le gustaba tener atención, pero no tenía la intención de los que más deseaba: Plan Ratavith y Mean Phiravich. Era injusto que sólo ellos tuvieran aquellos momentos salvajes, pues ya estaba comprobado, ambos tenían sexo regularmente.

Cada vez que se iban o desaparecían sabía a dónde iban y para qué se iban, y él quería unirse a la fiesta. Pero, ¿cómo lo haría? No simplemente podía ir y decir: “Plan, Mean, tengamos un trío”, ¿o sí? Y de cualquier forma, si no se los proponía de seguro a ellos ni si quiera se les pasaría por la cabeza. Después de pensarlo un momento decidió intentarlo, ¿qué era lo peor que podría pasar? Que le dijeran que no, y eso era algo que estaba dispuesto a aceptar.

Comenzó a buscarlos. Caminó por los lugares que solían visitar más, no estaban ahí; buscó por los alrededores y tampoco, sin más opciones lo que hizo al final fue ir al departamento de Mean. Llegó y se quedó frente a la puerta, si estaban ahí no quería interrumpir su “demostración de amor mutua”, pero si no lo hacía terminarían y él podría ir a hacerse bolita en una esquina por no haber participado.

Tocó la puerta y hubo silencio. La tocó de nuevo y nadie respondió. La tocó una vez más y nada. Era lógico que alguien no hiciera caso a la puerta si estaban en medio de eso, pero esta vez tendrían que hacerlo. Por eso recurrió al plan “b”: golpear la puerta como desquiciado. Al cabo de un rato un semidesnudo y molesto Mean abrió la puerta.

—Perth, ¿qué rayos quieres? Estaba ocupado.

—¿Ocupado con Plan?

—¿Qué? No.

—Oh, vamos. Sé que está aquí y al parecer se estaban divirtiendo, ¿así que por qué no me dejar unirme a esa diversión?

—¿Pero qué…?

—¿Me dejas? —después de meditarlo unos segundos volvió a hablar.

—Espera un momento —Mean entró a su casa cerrando la puerta y al cabo de un rato salió de nuevo.

—De acuerdo —le dijo—, entra. En la cara de Perth se formó una sonrisa. No podía creer lo que había pasado, no podía creer que le dijeran que sí. Si lo hubiera sabido se los hubiera propuesto hace tiempo.

Entró a la casa y siguió a Mean hasta un cuarto el cual parecía ser el de él, solo que en la cama estaba Plan tapándose con las mantas. Sus ojos estaban clavados en el recién llegado y su rostro estaba teñido de rojo. Era obvio que estaba nervioso.

—¿Qué pasa, Plan? —preguntó Mean.

—Nada… Es que nunca he estado con dos a la vez…

—¿Estás asustado? Que lindo —habló el invitado.

—¡Cállate, Perth! Si hubiera querido te hubiera dicho que no.

—Pero no lo hiciste, y ahora probarás las maravillas que pueden hacer estas manos.

—Fanfarrón —gruñó Mean—. Bueno, en lo que tú te quitas la ropa yo seguiré en donde lo dejé.

El alto se acercó a Plan, lo tomó del brazo jalándolo y lo besó intensamente, casi con desesperación. Sus manos fueron hacia sus pezones y su lengua atacó el cuello, lamiéndolo ferozmente. Una de las manos abandonó el pecho para frotar el miembro de Plan, el cual tembló ante la inesperada caricia. Frente a ellos estaba Perth observándolos medio desnudo, se había detenido al ver tal cosa. Nunca se había imaginado a esos dos teniendo sexo. Él ya lo había hecho pero no podía creer lo erótico que era aquello. Terminó de desnudarse rápidamente, era hora de unirse a la fiesta.

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