Capítulo 9

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Los labios de Chat Noir rozaban suavemente los de Marinette, apenas en una caricia en la cual inyectaba sus sentimientos más profundos, en el momento en el que, la azabache alcanzó a reaccionar, presa de sus emociones, rodeó el cuello del héroe con sus brazos y enredó sus dedos en su revoltoso cabello, el contacto profundizó lo suficiente para que sus lenguas pudieran alzarse en una danza frenética de pasión la cual buscaba mitigar la necesidad de pertenecer.

Chat Noir rodeó con mayor fuerza la delgada cadera de la joven alzándola un poco sobre su pecho, cuando la necesidad del oxígeno empezó a ser una necesidad se separaron sin perder contacto conectaron sus miradas mientras que sus frentes reposaban una con la otra.

— Yo..., lo siento, princesa —habló primero el héroe, cuando en su interior no lamentaba absolutamente nada, había sido su primer beso y también el más deseado.

— Chat... —colocó uno de sus densos enguatados silenciando a su acompañante.

— Lo siento, Marinette, no busco confundirte más, simplemente no pude resistirlo —el rubio se separó y se aferró con fuerza al barandal—. No quiero lastimarte, eres la persona más especial en mi vida. Yo..., nos vemos luego.

Chat Noir se acercó nuevamente a la confundida joven dejando un casto beso en su coronilla antes de  impulsarse con su barra metálica saltando entre los tejados parisinos. Mientras tanto, Marinette no podía seguirse negando la eminente verdad acerca del súper héroe, ella se encontraba enamorada.

[••••]

Adrien no dejaba de pensar en todo lo que había pasado los últimos días, sin poder evitar, sentirse terriblemente estúpido por haberse dejado llevar por sus impulsos, y no precisamente por qué se arrepentía de probar aquellos labios tan apetecibles que lo incitaba a tomarlos cómo si fuese la droga más adictiva, sino por haber confundido un poco más a Marinette, no ahora solo como Adrien sino también como Chat Noir, no podía evitar que el día que Marinette conociera su identidad podría ganarse, con razón, su odio.

Las horas transcurrieron, las cuales el modelo se sumió en un profundo insomnio recordando la suave textura de los labios rosados, sus ojos azules destellando ese brillo único; faltaba un poco menos para las cuatro y cuarto de la madrugada cuando el rubio se sumergió en un sueño quien llevaba el protagonismo una azabache rememorando la escena que hace unas horas atrás había vivido, solo que esta vez, sus labios no solo se dirigían en su boca sino que también explotaba su pálido y llamativo cuello mordisqueando un poco, haciéndola irremediablemente gemir su nombre, Marinette bajaba lentamente sus manos por su torso hasta dejarlas tranquilamente sobre su erección masajeándola...

Unas gotas de agua helada cayeron sobre su rostro causando que los abriera los ojos con el corazón latiéndole mil por hora, sudando y con un gran problema sobre sus pantalones. Plagg no pudo evitar reír al ver a su portador en tan comprometedora situación.

— ¿¡Plagg, qué haces!? —exclamó el joven limpiándose el rostro empapado.

— ¿No es obvio? Despertándote, llevo hablándote por más de media hora, tus gemidos de: oh sí, marinette, hmm, oh, ah; no me han dejado dormir, niño.

El rubio no pudo evitar que un sonrojo se posara en sus mejillas, avergonzado decidió no responder ya que indudablemente no podía negarlo, ya que, había una prueba que no podía negar, se acomodó su pantalón que apretaba su entrepierna pero aún con esa palpable incomodidad se dirigió a darse una ducha con agua fría y un solo pensamiento en su mente: «Marinette».

••——  8:30 a.m.  ——••

Mensaje de texto:

〔 ❝ Adrien Agreste: Buenos días, Marinette.

Je t'aime [Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora