Yo no tengo mucho que decir. Nada en verdad.

Estoy turbado, dolido, perturbado.

Necesito el abrazo de mi madre diciéndome que todo va a estar bien, que solo vivo una mala pesadilla. Extraño a mamá, la extraño más que nunca.

Me siento tan culpable, más que nunca, tengo tres hermanas a las cuales ninguna pude proteger como a ella, dejé que las dañaran.

Muy asesino, muy duro Dmitry, pero no dejas de ser cobarde y miserable.

Me culpo, me culpo de tantas cosas.

—Esto es nuevo para mí —me escuchan con atención —. No esperen un abrazo o que me echaré a llorar como Magdalena, no sé dar cariño y tampoco soy una buena persona, solo...no voy a negarlas o a echarlas de aquí, no haré eso, tendrán una vida de ahora en adelante, no es tranquila, quienes están a mi lado no les puedo asegurar que siempre estarán tranquilas, pero di me esfuerzo por ello.

Larabelle se acomoda en medio de sus hermanas.

—Escuché de eso cuando los guardias hablaban de ti —un pequeño temblor sacude su pequeño cuerpo.

Otra daga más se clava en mí. Me imagino lo que una niña así de pequeña sufrió.

—Ellos están muertos ahora —no le pintaré un cuento de hadas, con príncipes y que se fueron al cielo, cuando en realidad están en el infierno.

Aprieto mis manos entre sí. Me pongo en pie, las tres castañas se levantan.

Amanda las ha educado bien.

—Volveré después. Ahora necesito estar a solas. Pueden pedir lo que quieran.

Me dirijo a la puerta.

Mis pulmones necesitan aire con urgencia, un lugar a solas donde pueda habar a la nada fingiendo que mamá me escucha.

Quieto poder sacar un poco de lo que llevo dentro.

—Espera.

Me detengo en seco, reconozco a Amanda en cuanto la veo.

—Te pediré que no invadas mi espacio personal.

La chica luce avergonzada.

—Es más importante de lo que crees —busca algo bajo su ropa.

Escucho el zumbido de mi corazón latir con frecuencia en mis oídos, la fuerza empleada desborda en las heridas.

Estoy aterrado de lo que pueda decirle ahora, ha sido suficiente.

—Dilo rápido.

Amanda está intimidada por mi actitud, no me voy a disculpar, soy así, tampoco voy a cambiar.

Mi urgencia por estar solo me está provocando ansiedad de nuevo.

—No solo somos nosotras tres, bueno, tus hermanas —costará acostumbrarse a que somos hermanos, no hay nadie más incómodo ahora mismo que yo por toda esta situación.

Expectante espero que digas más. No sucede, solo me extiende lo que sacó debajo de su ropa.

En cuanto toco lo que es una fotografía, un poco maltratada por estar bajo ropa, siento que el brazo me arde, una comezón sin explicación.

La garganta de momento la tengo seca, el pulso más acelerado, el frío no hace mellas es mí, simplemente no lo siento.

Cuando veo la foto, mi mundo se detiene, su cabello rubio, heterocromía en los iris de sus ojos, los mismos rasgos faciales que recuerdo. Es ella, igual que siempre.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora