XX

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***

De haber podido cambiar la historia lo habría hecho. Damien siempre pensó que estar al lado de alguien como Pip era una especie de milagro considerando que él mismo era un idiota que no sabía mantener una relación estable. 

Sin embargo desde que había aparecido en su vida las cosas sólo habían mejorado.

Hasta ahora, claro.

Se pasaba el día entero en la sala de espera de aquel maldito lugar, porque a pesar de que lo dejaban entrar un par de veces y se quedaba con Pip todo el tiempo que podía, también habían otras ocasiones en que nadie podía entrar a verlo. 

Decían por ahí las enfermeras y los doctores que no dejaban entrar a ver a pacientes que estaban en cuidados intensivos porque simplemente era reglamento, también que el paciente estaba grave y que nadie podía perturbar el sueño o lo que sea que le pasaba. 

Pero él jamás se rindió. Aunque no lo dejaran entrar se sentaba cerca de la máquina de cafés, cruzaba las piernas y se ponía a leer algún libro que había sacado de la "biblioteca" que tenían en casa. Esos que Pip decía que eran sus favoritos y que él jamás le dio importancia o una oportunidad.

¿Por qué sería que ahora sí quería leerlos? Tal vez para entender los gustos de Pip o quizá porque sentía que así estaba un poco más cerca del rubio pese a no tenerlo físicamente a su lado. No estaba seguro, la verdad. Solo sabía que necesitaba estar con su inglés favorito.

Deseaba que todo fuera una horrible pesadilla de la cual eventualmente iba a despertar.

 - Ah, Damien -dijo el rubio que venía tomado de la mano de Craig.

 - Tuercas -nombró Damien bajando el libro y viendo a los dos chicos que estaban de pie frente a él- Craig.

El pelinegro le mostró el dedo del medio y luego metió su mano al bolsillo, murmurando un débil "hola".

 - Vinimos a ver a Pip -un tic violento se apoderó por un segundo del ojo izquierdo de Tweek y su cuerpo tembló involuntariamente por eso.

A Damien ya no le provocaba tanto desagrado ver los tics del novio de Craig, pues en algún punto se había acostumbrado a verlo hacer esas cosas. Además, no era como si tuviera que lidiar con eso, para eso Tweek tenía a Craig, quien se preocupaba día y noche de que nadie le dijera nada al otro por sus tics o su forma de ser.

 - No están dejando entrar hoy -dijo Damien con algo de tristeza en su voz aunque no admitiría su pena en voz alta.

 - Oh, n-no sabíamos -el chico de los cafés tenía un bonito ramo de margaritas en su mano.

Sin decirlo, Damien apreciaba el gesto que estaban teniendo con su novio.

 - Si no dejan entrar, ¿qué se supone que estás haciendo aquí?

 - ¿Te importa? -dijo con los dientes apretados- Vengo si me da la maldita gana.

La razón de haber respondido tan a la defensiva era clara, y ninguno de los chicos lo recriminaron por ello. Era obvio que el pelinegro estaba frustrado, pasaban y pasaban los días y su novio no despertaba, parecía que cada día la situación iba empeorando y ningún doctor le decía la verdad sobre su estado.

Tenía la cabeza hecha un lío con problemas y que no le dejaran ver a Pip era simplemente lo peor de todo. 

Ni siquiera le importaba en qué estaba aquel proceso judicial en contra del sujeto que atropelló al rubio, no quería saber mucho al respecto ni tener al tipo frente a él porque estaría seguro de que lo mataría.

El día que lo conocíWhere stories live. Discover now